sábado, febrero 24, 2018

El viaje...

No lo esperaba pero vertiginosamente me llegó el día del comienzo de mi nuevo viaje. Un viaje sencillo, sin maletas, colmado de nuevos propósitos a medida que avanzaba las horas ¡ay las horas¡ qué dolorosas son. Será para todos igual. No lo sé. En la despedida vinieron muchos y muchas. Todos rozaban con sus dedos mis manos frías, mis manos  herméticas. Alguno o alguna que otro me daba un beso en la frente y dejaba caer lágrimas que me sonaba hipocresía. Y es que no los conocía, y si los reconozco hacía mucho tiempo que nos lo había sentido alrededor de mis pasos. Yo, callada, sobre una cama donde antiguamente los sueños ofrendaban la gracia del amanecer me sentía cohibida al principio. Después me di cuenta ¡El viaje¡ El viaje en el eterno e infinito vaivén de las luces del universo. Un viaje en solitario ¡para que tanta bobada¡, me decía. Al final todos tendremos que viajar, partir en la travesía de la ida y no vuelta solo la luz inaccesible, invisible de nuestra alma. Un alma que no tendrá memoria pero que rebosara en sabiduría para aquel , para aquella que la escuche en lo más profundo del letargo. De repente ante tanto barullo de gentes extrañas llegó la caja. Me introdujeron. Sí, yo lo veía desde la lejanía. Introducían solo una masa maquillada y arreglada acorde con las circunstancias. Me horrorizó cuanto me taparon ¡pero qué digo¡ Estoy aquí entre ellos, como alma que se expande y contrae sin poder hacer nada. Aquello que yo era , no más que carne es. Llegó el coche fúnebre y me llevaron a un cementerio cerca de ciudad. Esto fue lo peor. Los quejidos de los que decían que me querían era estremecedor, a mí, me daba miedo con sus tonterías y sus frases hechas. Pero una cierta paz se volcaba en mi espíritu libre, en mi desquite material. Era gracioso el nicho, la costumbre, el rito, la fe. No sé por qué tanto rezo si yo no era creyente. Parecía más una tragicomedia. Eso en cierto me daba rabia, una rabia de la falsedad alumbrada a mis espaldas. Sí, antes de comenzar el viaje. Reconozco que habían personas que me apreciaban pero no los nombro, con ellos me voy en mi viaje hasta la desmemoria de otro cuerpo donde yo seré ese alma amiga de su inicio a lo que llaman vida. 

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