viernes, junio 08, 2018

Ella...


Ella esbozaba cierto susurro. Un susurro movido por las alas del canto, de la voz nacida de un espíritu libre, sutil, emancipado de todo mal. Ella con  sus manos de una labor dura, pesada pero a la vez bella se entregaba a los vientos de un piano emergiendo en lo hondo de los sentidos. Ella, arrastrada por el fuego perenne de las jornadas cuando la primavera llega a su final recorre arboledas somnolientas en el eco de la madre tierra. Ella, casi perfecta, nostálgica, llevada por el aliento del fuego danza y danza en los sueños de un nocturno que respira magia a los pasos meditabundos cuando el sol emerge entre nubarrones pálidos, gastados ¡Sí¡ el sueño conquistado a cada paso del tic-tac , despertando en el embeleso de sus labios. Ella, niebla trepando en los ojos huecos, enamorados con las pisadas de la lluvia.

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