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La
jornada continua, las ballenas que escuchan salen a la superficie y con un
canto a la vez de gratitud y melancólico callan al arpa. Las siete mujeres de
los siete riscos las siente y una de ellas, la que escribe se ve envuelta en
las mareas del ayer. Esas mareas en estado tempestuoso que le arrebataron a su
amado. Como sumisa a un sueño largo comienza a escribir, comienza a recitar ese
pasado arrasado por las corrientes marinas, por un mar de fondo revuelto y
mentiroso que se lo llevo.
Te
veo
Imagen
condicionada por el rumor de las ballenas
Que
aquí están.
Llorar
y llorar
En
el auge de sus cantos penosos
En
lo ancho y mortal del oleaje.
Te
veo
Vienes
a mí,
Lánguido,
con los labios atados al adiós.
Adiós
al amor.
Adiós
a las caricias de tus labios
Adiós
al perfume de tu vientre.
Te
veo
Vienes
a mí,
Con
el amargo aliento del tiempo pasado.
Las
ballenas azules se callaron ante la triste palabra de esa mujer. Todas, eran lágrimas por la angustia de sus versos.
Y el arpa trato de arreglarlo con una balada danzarina, risueña en aquellos siete
riscos. Entonces, la escritora como si de una pesadilla se tratase despertó.
Escucho el ritmo feliz y fue olvido de su pesar. Pesares y pesares, las siete mujeres
de los siete riscos tenían de alguna manera
un pesar. Un pesar llevado por el viento fuerte de las estaciones que
pasaban por sus cuerpos. Un pesar lejano que alguna que otra vez venía pero se
iba como portentosa amabilidad y concordia a su hoy. Un pesar que todos
llevamos pero que no se delata de manera maliciosa sino efervescente construcción de nuestros
pilares en las singladuras que quedan por vivir. Un pesar de todos los errores
de ese ayer de esas siete mujeres de los siete riscos. Sí, ese ayer, por qué también
nos equivocamos y a veces en una infinidad de ocasiones. Pero bien, así es la
existencia, rectifican, borran y toman el relevo bueno para seguir. Sí, seguir
como siete mujeres de los siete riscos en valentía y fortaleza...Y el arpa era
caravana de inquietantes sonrisas para todas, reírse solas, por qué no. Todo es
saludable en esos siete riscos donde todo a veces es quietud enhebrada por la
visión de las sietes mujeres del todo, de la nada…
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