Voy hacia un horizonte, me poso
en su esquina eterna y de alguna manera la muerte marca su faz. Sí, de alguna
manera, canción de un polifacético cantautor de español. No hace falta
pronunciar su nombre. No hace falta tirar laureles en su descanso, solo lo
eviterno de sus actos, de sus creaciones. No, no poseo a paso de estas cuatro semanas
alguna manía, sino el surcar de escuchar alguna de sus canciones. Pero
despertamos, somos coherentes con el desplazamiento de la vida. En esta lucha
seguimos, con la progresividad lenta de la luz. Sí, hay una luz. Una luz que
nos motiva, que nos pelea, que nos avisa del mañana. Mientras, queda la música,
una música que no se olvida, una música y nada más que nos hace caminar por la
nostalgia. Voy hacia un horizonte, intento besar el sol con mis labios secos,
agrietados y me expando en un hueco donde nadie me ve. Me fugo en las horas,
estas horas barridas por un tic-tac…tic-tac que parecen no deshilacharse. Escuchando Aute me pongo en una laguna donde el frío me
encuentra. Pero hoy, voy hacia un
horizonte, intento abrazar mis ánimos con esos perros que ladran al crepúsculo,
contentos. Me pierdo en ojos abiertos, en ojos soñadores del reverder
de las calles, ahora, sonámbulas de la soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario