sábado, abril 11, 2020

DIVAGACIONES DEL 11 ABRIL


Esbozo una línea parada en el horizonte. El blanco de la hoja se enhebra de acuarelas donde la calma rebrota tras el descanso.  Ahora, gentes aplauden a sus rejas, a sus velos, a esas verjas que nos impiden el paso. Un paso en la tranquilidad de nuevos atardeceres que caen en su roce con la luna. Y yo aquí, pasmada con cada acontecimiento que prematuramente nos desalma, nos abate en un instante mínimo para luego ser lucidez. Me meto entre fogones  y hago algo de comer. Siempre ideando, siempre en la quietud de estas puertas cerradas.  Me miro al espejo y dejo caer mis canas, mis ganas y pausadamente al ritmo de tambores alargo un baile para mis adentros. Desde mi ventana, un cielo despejado, con sabor a algunas nubes blancas de la nostalgia. Esbozo una sonrisa parada en el horizonte y vago como pajarillo picoteando con mis ojos cada rama. Aquí tengo semillas, las esparzo por el jardín. Me trae sin cuidado las miradas de agujas. Y mañana vendrán nuevos pájaros que cantaran al ritmo de alegría, libres. Y pausadamente miro mi piano, me siento y me dejo ir. No hay partituras, solo las notas del silencio, de la quietud, de la serenidad. Los versos revolotean en cada una de su teclas y cierro los ojos y me encuentro en que no soy yo, este exterior de las apariencias, sino las profundidades misteriosas de mis venas. Esbozo un gesto de complicidad con él y continuamos.  Eso mismo, continuar. Tenemos que seguir con nuestros pasos aunque sean callados.

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