miércoles, mayo 19, 2021

LAS GUARDABA....

Las guardaba en su bolsillo derecho. Eran sus inquietudes…un resonar de paredes de su casa que la asaltaba asestándole callamiento. A quien iba dirigida, no sabía. Solo, los mareas dictarían su curso a través de los años. Las guardaba en su bolsillo derecho.,..un bolsillo de cartas verticales al silencio. Ahí, una despedida. Ahí, un abrazo. Ahí, un beso. Ahí, lo cálido de su postura ante la existencia. Describía cada suceso invasor de su equilibrio, de esa tranquilidad molestada.  La guardaba en su bolsillo derecho. Para ella, para aquella donde la ausencia la condenaba a la dejadez, a la indiferencia, al cansancio. Sin embargo, en ellas, en esas cartas guardadas en su bolsillo derecho describía la belleza de un paisaje de ciudad, de sus parques, del columpiar sonoro de rostros que iban, que venían e intentaba descifrar lo recóndito de sus sentidos.  Y las guardaba en su bolsillo derecho. Salió a la calle se inquietaba con las miradas perdidas, cada vez más y más ojos saboreando el vacío, con sus cabezas rogándole no sabe que dios pero con el paso prieto del orden. Y las guardaba en su bolsillo derecho.  Cartas donde sus emociones cantaban con los pájaros descansando en ramas quietas, donde sus amores  se esparcían en una conciencia ahora remota. Pero, ¿qué vas hacer con ellas?, me pregunto. Las guardaba en su bolsillo derecho. Todos los amaneceres le sonreían con la nota de sus ojos despiertos, con sus espaldas descansadas y andaba por las aceras en una atmosfera agreste, tirana.  Nos olvidamos de nosotros, se decía. Y las guardaba en su bolsillo derecho, vestidas de los tonos de los días, del paso de las horas. Se arrimo donde el oleaje rompe con la isla y dentro de una caja de madera la puso.  Se desprendió de esas cartas que guardaba en su bolsillo derecho.  Miro el jardín misterioso  del océano, como se mira cuando algo de ti se desprende causando la herida y las dejó ir. Sí, dejó ir las cartas que guardaba en su bolsillo derecho.  El sol, bello, la alentaba a ese adiós. Por unos instantes se quedo inmóvil, la ciudad detrás de ella. Y las dejo ir, las cartas que guardaba en su bolsillo derecho. Temblorosa y con el mensaje huido en la mar  de fondo, en la mar violenta  retorno a la vida.


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