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¡Oh
Manuel¡ te arrimas a las esferas desconocidas del mundo. El hambre está tras tu
puerta y vas en busca de la riqueza, de aquello donde puedan levantar pilares
tú y los tuyos. El barco es pequeño, el barco está hacinado de gentes al
encuentro de sus sueños en otras tierras. El silencio penoso de la despedida se
extiende en pañuelos blancos alzados al son la brisa Uhm, Manuel, vas sin camisa
solo con unos pantalones de festivos y unas alpargatas de tus deseos. Te despides con la mano en el pecho, con el
brazo forzándose en entereza para que no vean tus lágrimas….tus lágrimas.
Viajas a lo desconocido. Viajas por un mar oculto en sus impulsos para agarrar
a su víctima. Viajas a unas tierras poblada de virginidad en su frondosa naturaleza.
Viajas con la inquietud, con los nervios que será de tu vida, que será de tu
esposa e hijos que dejas. Y prometes que tan pronto llegues recibirán noticias
tuyas ¡Ah querida¡ ¡Ah queridos¡ La travesía ha sido larga y ardua, una
tempestad nos atrapó cerca de la costa unos se ahogaron lanzados de la cubierta
por el violento oleaje a la mar otros, como yo, apretado a un mástil sobrevivimos
¡Ah querida¡ ¡Ah queridos hijos¡ Llegué a esta tierra de nadie con la sonoridad
del silencio entre nosotros, exhaustos, fatigados, lánguidos, trenzados en una
tristeza por aquellos muertos, trenzados en un bochorno pensando en nuestros
seres amados ahora, lejos. Estoy bien ¡Ah querida¡ ¡Ah querido hijos ¡ pero la desmemoria viene, la economía se levanta y te
enamoras de una cantante Uhm Manuel no quieres mirar el océano, ese mar ahora
donde estoy con el agua por mis muslos. La marea viva sube y sube,
paulatinamente, con la lentitud de las horas. La luna redonda, la luna blanca
te mencionan y cuenta que caíste ciego de amor. Un amor que te llevó al
desvarío cuando ella no asumió tu pasión ¡Oh Manuel¡ todas las noches al teatro
de esa Argentina. Creíste en tu fatalidad. Creíste en la muerte. Creíste en tus
seres queridos que acá en la isla te esperaban. La letalidad de tu atracción dio un vuelco a
tu corazón ¡Uhm desgraciado Manuel¡ Y te sentiste desdichado. Y te sentiste
diminuto en un Universo que te decía regresa…regresa. Las olas arrugadas con su
pisada leve me avisa de tu próxima llegada. Te vas y te alejas de todo ese mal
al derredor de tu entereza rajada. Otra vez los vientos. Otra vez las mareas.
Otra vez el camino, de vuelta a casa. Con los hombros bajos te presentaste en
la isla. Con los hombros dañados fuiste acogido por tu querida esposa, por tus
queridos hijos. Manuel, fuiste aire que no respiramos. Manuel , fuiste solo un
gas que expandió el dolor a la isla. Y aquí te aferraste. Y aquí te encogiste
con el desorden de tu viaje, con el caos de la trampa. Miraste el firmamento,
un firmamento en el halo de una luna redonda, de una luna blanca donde rompen
las olas. Un quejido rebosante se incrusto a tu pulso. El pulso de la derrota.
El pulso del fracaso. El pulso del remordimiento ¡Ah querida¡ ¡Ah querido
hijos¡ y te perdonaron. Y te quisieron de nuevo. El destino es un pedazo de
cielo donde la nada ronda, donde el vacío nos hace hueco en pozos desconocidos,
un túnel sin luz y las sombras de los malos pisadas nos acosan de manera
imperceptible solo, cuando hay pena…mucha pena. Estática, observo los ángeles de
los océanos, existencia poblando la oscuridad de las profundidades, existencias
rememorando los huellas migratorias de un pasado, de un presente, de un mañana.
Un cayucoo , no lejos de mí, viene a la
deriva y la sustanciosa lealtad de los sueños. Un cayuco , donde gente como tu
Manuel van al encuentro de algo mejor. Una huída de la miseria sin saber lo que
se esconde bajo el telón del océano. Y Nicolasa te mira con un deje de dolor. Y
sor Ana siempre en su oración , en su fe viene a darte la mano Manuel. Y Miguel
Huerta es oxigeno en tu memoria...CONTINUARÁ
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