viernes, agosto 06, 2021

LA PLAYA (NARRATIVA)5

 

5

Miguel el Huerta llega bajo su techo. Se yerta ante su jardín de frutales, de flores y bajo un limonero cavila en los sucesos de lo cotidiano. El muelle se embiste tierra adentro con el paso de los años. Desde su azotea admira la mar de una playa que se va nutriendo de turistas pioneros, de una ciudad tomando sus pilares en esta zona marítima. Observa cómo se muere el istmo de la isla…la isla. Sin embargo, recoge su mirada y se retira donde el limonero le da sombra. Piensa, somos islas cavando el agujero de nuestro mañana…de nuestro mañana. Me detengo y en esta pausa indago en los pensamientos de Miguel el Huerta amante de la tierra. Ha llegado de su trabajo allá, en el muelle, un muelle que se expansiona que se enriquece en sus pisadas más toscas. Y viene la escalada económica. Y viene la derrota del paisaje. Un impacto ambiental irrecuperable, irreversible. Y Miguel el Huerta piensa esas cosas. Ve más allá de la playa,  del muelle que crece y crece. Hoy a dejado el ultimo retoque para una película que se rueda en la isla, una película de grandes dimensiones. Una ballena enfrentada a la fe ciega del humano. Una ballena arrancando el sentido de nuestro aliento. Miguel el Huerta queda satisfecho. Baja hasta la playa la noche de luna blanca, de luna redonda lo acoge y lo abraza y el siente como esa figura inanimada toma vida. Pasea por la arena donde el flujo de la arena gélida se incrusta en sus huesos y le gusta y lo agradece y lo  ampara. La guerra ya ha pasado pero aun las venganzas quedan. Hay que andar despiertos, con la boca cerrada pues las paredes escuchan, pues las paredes se chivan. Miguel huerta retorna a su casa, bajo su limonero en el patio, bajo la luna blanca, bajo la luna redonda. La marea es serenata que le tiende la mano. La marea es rumor de su mañana. No vivirás mucho Miguel…no vivirás mucho. Los murmullos caen en tu verticalidad. Los murmullos soplan viento de pozos negros. Los murmullos se escurren en cada pisada distraída. Los murmullos tomarán tu vida y será solo un amasijo de huesos y carnes extendidas en la nada. Suenan las profundidades de la luna, de la luna redonda, de la luna blanca, de la belleza imperfecta de unas manos que se pierde …que se pierde. Fijo mis ojos a un punto de luz parpadeante y aquel ser inanimado de las manos de Miguel el Huerta surge como hija del océano. Su quejido se entrega a su dolor, su dolor se entrega al ritmo cierto de otras ballenas. Le hacen un hueco al encuentro de la libertad, en un pedazo de santuario donde nadie puede pasar solo el rumor de la marea. Y Nicolasa intenta salvar a Miguel el Huerta y Sor Anna emite una plegaria repetitiva. Miguel el Huerta se ha ido. Corre una brisa, siento un peso metálico sobre mis hombros. Me consumo en el ayer. Rondo los ojos muertos de Miguel Huerta. Rondo las manos temblorosas de Nicolasa. Rondo las plegarias sollozantes de Sor Anna...CONTINARÁ 

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