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Eduardo se decolora. Eduardo se cae por los
riscos de una conciencia dirigida por un Dios que no atiende. Eduardo juraste
tu compromiso frente a una cruz, ahora , fuente del amor quieres huir. Eduardo
los ángeles del viento norte te ayudan, la ves con su rostro marmóreo, con su
indumentaria , con el sepulcro aferrado al sacrificio empujando hacia las alas
de la libertad, las alas que cantan cuando tus ojos , sus ojos son vuelo unísono.
Eduardo, sor Agnes viene a ti. Os miráis. Tu cura, ella monja. Un sabor fuerte
de luna redonda, de luna blanca ejerce una atracción tal que vuestros movimientos
os lleva al adiós de ese Dios, de ese crucifijo colgado en vuestro descanso
¡Uhm el amor¡ Eduardo y Agnes proclaman la huída donde los hábitos son olvido
en la colisión de vuestro corazones, de vuestro destino. Sin prisas, con la lentitud
de las jornadas os amáis. Qué más da los murmullos. Qué más los frentes de
ideas que tendréis que paliar. Agnes ante la sorpresa se envuelve en un turbante
de felicidad, te quiere Eduardo. uTú sin más, la quieres. Vuestro sino no es el
sacrificio ante ese Dios, ante esas murallas que se increpa vuestro sendero
¡Qué buen amor¡ Abandonáis vuestro habito con la fe de que ese Dios os protege,
que ese Dios os ama, que ese Dios ampara vuestras pisadas, juntas, labio a
labio con el curso de los años hasta la muerte. Una sociedad moribunda cae
sobre vuestros hombros. Y es verdad que se hace pesada pero vosotros en la
condición de ser, sois el resonar de la realidad. Una realidad que convoca el agujero del
tiempo. No sabemos de nuestras vidas hasta que el presente presta su aliento,
su fragancia en lo que puede ser y es. Nada es estático, todo se mueve como la
marea…sube y baja…baja y sube. No estamos designados a seguir una ruta continua
en lo referente a nuestra reconditez, a nuestras sombras. Las estaciones dirán.
Dirán de ese mañana que se nos presta impregnado de nuevas sensaciones, de
amanecidas inquietudes. Estáis en el rincón del amor. Las voces se estrujan tras vuestras espaldas pero, seguros,
confiados en la confianza del corazón, de la razón sois verticales a cualquier
tormenta ¡Uhm¡ la luna blanca, la luna redonda.
Y sor Ana le hace gracia. Y Nicolasa responde con el impulso del vivir.
Y Manuel os desea suerte en la turbulenta travesía. Y Miguel Huerta se acuesta
con deseo de vuestra fortaleza. Y la marea por un instante se detiene en mi
estómago, es hora de bajar , es hora que el canto de las ballenas callen. Y es
hora del silencio donde Eduardo el cura y sor Agnes son enlace a la edificación
de sus sueños. Ahí, lejos de la isla, en Granada. Una escuela donde la cultura
y el pensamiento ronde la libertad, la esperanza ¡Uhm¡ la madrugada…Horas que
amo en la lúcida noche de luna blanca, de luna redonda….CONTINUARÁ
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