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El
todo se vuelve la nada. La nada se vuelve el todo. Un paisaje donde tristes
tonadas anuncian la despedida de la madre. Una madre imbuida por las extraña
estratégicas de un universo que contempla su vuelto. Ella, la madre, olvida su
pasado, su presente, su futura. Ella, la madre, cae atraída por una fuerza que
la compone en huesos y carnes de nuevo. Ella, la madre, será un fragmento del ayer,
pero en este presente en un cuerpo distinto no memoriza sus vivencias. Solo su carácter
será veracidad de sus encuentros, de su búsqueda de la despedida a la hija. Ella,
vuelve con los sentidos dormidos, con una neblina que sacude sus ojos, ahora,
despiertos. Una rara sensación la maneja, una rara acaricia la seduce a ser
vida. Y es vida, en cuerpo de otra persona. Y es vida, en el pensamiento estructurado
de su personalidad. Y es vida que
retorna. Y vuelve no ante el anciano y el perro flaco que posa en sus pies. Y
vuelve entera en la condición de ser humano. Una luz recala en su mirada, una
luz brillante, calmante. Ella abre los ojos y detenida en el tiempo se busca,
pero no se encuentra. Los sueños le han sucedido, sueños de gentes que en su existencia
ha visto. Y levanta cuando el sol es trono de la tierra, cuando el sol calla el
ajetreo de los pájaros. Por momentos, tiene sensaciones raras. Una advertencia
que la lleva a pararse y mirar la bóveda celeste, desde su balcón. Vive sola y enciende la tele. De inmediato la
apaga. Los sucesos de este sistema terráqueo la asustan, la estremecen. Un
verdadero tremor sacude su garganta ante el caos y bebe agua, mucha agua. El
todo se vuelve nada. La nada se vuelve el todo. Lentamente se sienta en su
sillón con la televisión apagada. No, no quiere saber más. Es como si una aniquilante
potencia la estrangulase. Pero esta viva…muy viva. Qué miedo le dato todo esto,
a nivel mundial. No entiende al ser humano o no quiere entenderlo. No entiende
este desbarajuste en la poquedad que somos ¡Humano ¡una palabra que versa
delicadeza, detalle, imperfecto ser que se balancea en la esfera de la
sensibilidad. No , no somos humanos, es tan grande esta palabra para un mundo
tan derruido, tan derretido, tan descuidado, tan alejado. Ella no entiende del
porqué está aquí y su razón no alcanza ese porqué. Solo sabe que es una minúscula
mujer en un piso que se asoma nuevamente al balcón. Su mirada incide en un
anciano paseando un perro flaco y canelo. Ella lo mira con dulzura, con una ternura
constancia que se estancará en su razón. Y los ve felices. Sí, son felices, el
anciano con su perro flaco y canelo. Eso es lo perfecto. Desde su interior se
desdibuja, es como si esa imagen la volviera alguna vivencia. La busca y la
busca, no la encuentra. Rescata su memoria insonora y todo es callado y todo es
vacío...CONTINUARÁ
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