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Entra
con la lentitud de la derrota, con el ímpetu de la victoria. Se miran, miradas
convergiendo en una sutil caricia, miradas influyendo un beso. No se ducha. Con
la terquedad de las manos son dos mujeres en una. Al unísono sus cuerpos se
mecen en el sofá, el sofá donde que da a la ventana donde ella esperaba con sus
manos aplastadas. El brío de los pájaros retoza en sus movimientos,
apaciguados, como conquista de sus vientres, de su sexo. No hay palabras solo,
la levedad de sus lenguas rastreando cada parte de sus cuerpos. Se sienten en
un éxtasis que las hace dichosas, se sienten en el conmovedor derrame de una pasión,
se sienten en su mundo particular. Y hacen el amor, ella que la esperaba, ella
que llegaba. El todo se hace desmemoria. Un ambiente de sudor las embriagas
hasta la plenitud de los deseos. En la intimidad ellas son ellas. Son instantes
donde todo es eterno. Se detienen y otra vez sus ojos se inyectan en los ojos
de la otra, en los ojos de un amor que por momentos queda minado por el mecer
de una sobre la otra, la otra sobre la una. Más allá de la mañana, la tormenta
se desacelera, la calima soporta la inquietud de sus murallas y continua con el
brío de los pájaros. Se examinan, se expande en un océano de un viento que no
cesa…que no cesa. Por un instante quedan quietas y la sombra del olor de sus
sexos las emborrachan. Una mirada desviada al placer, a la belleza imperfecta
de sus cuerpos. Una mirada, son ellas. Sí ellas en un día raro, donde todo queda
relentecido con el sonido de sus jadeos. Estáticas culminan en un dormitar, no
hay prisas. No, hay prisas para la prolongación de las horas. Esto es el ahora,
momentos donde lo demás sobra. Y el reloj hace tic-tac. Y la jornada se hace
gris. Y la calima se engarrota con la potencia de su orden. Y los pájaros
cantan, cantan cuando dentro de la calma vendrá una violenta borrasca. Y sus
cuerpos vuelven a ese movimiento en el ritual los deseos. Vuelo en caída
vertical del tiempo. Dormidas, sus sueños son sacudidos por el equilibrio. Cada
una con sus aspiraciones en el convenir de la libertad, de la independencia de
sus pasos cuando despiertan. Si, despiertan en esta mañana de calima, se levantan como esos pájaros que ya han callado,
con el silencio de las palabras. En el baño el agua corre por sus pieles, por
sus cuerpos estancados en lo hermoso que es un abrazo más allá de la razón. El
corazón domina sus sentidos en el hundimiento del ajetreo del día a día. La nada
las mima, las rodeas como hijas de una felicidad ajenas al ritmo frenético de
una sociedad que se cae, que deambula en los vientos del ocaso. ..CONTINUARÁ
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