domingo, septiembre 11, 2022

DIÁLOGOS DE UNA MAÑANA DE VERANO


 

Una música a piano. Una puerta que se abre. Una puerta que se cierra. Ella vestida de negro. Ella vestida de blanco. Se miran con el colorido festín del vacío. Se miran con el lacónico agujero que las distancia. Entran y se mantienen a una distancia una frente la otra, la otra frente a la una de escasos metros. La luz es hilachas de una noche de luna. Solo se alumbran sus rostros, sus rostros secos, sus rostros áridos, sus rostros yermos.

XX;

He entrado con mi vestido negro porque alguien me llamaba. Me llamaba incesantemente, temblorosamente desde este lugar. Un lugar extraño. Un lugar sombrío como mi corazón. Y me encuentro contigo, no te recuerdo bien pero en algún sitio te he visto. Intento exprimir mi memoria…mi memoria del ayer y no te encuentro solo, una extensa distancia de brumas.

 

YY:

He entrado con mi vestido blanco porque alguien me llamaba. Me llamaba sofocantemente, con el temblor de su voz, de su yo de este lugar. Un lugar no ajeno a mi mañana. Me suena tu cara, alguna vez te he visto, alguna vez he recurrido a ti en una conversación que se ha rajado en el sentido de la herida ¿Estás herida? Solo veo tu rostro, amargo, presuroso de la fuga de este presente donde nos hemos encontrados. No sé nada del mañana y sin embargo el pasado arriba a mi memoria.

XX:

Estamos solas. Yo con mi futuro, tu con tu pasado. Y si compartimos y nos vemos en este instante donde todo es efímero, donde todo es fugaz en cuestión de tiempo. Ay, el tiempo, el tiempo. No existe, solo oscuridades y claridades. Una noche que viene, un mañana que viene y así crece nuestro recorrido por la tierra ¡la tierra ¡Qué belleza y la despedazamos tanto ¡la tierra¡ Mariposa de cristal que se vuelca a la agonía.

YY:

Sí, solas. Tu y yo. Cada una con sus miedos, con su presente olvidado, con su convencimiento de que tenemos que realzar nuestra verticalidad y ser hijas de los pequeños momentos…de los pequeños y grandes momentos del hoy. De que sirve el ayer, no te duelas más y déjalo irse. De que sirve lo venidero si no estamos en el presente.

XX

Alguien toca la puerta, alguien quebradizo, alguien estúpido en compresión de nuestra conversación ¿Le dejamos pasar? No, que nadie siembre más allá de nuestros ojos….tus ojos, mis ojos…mis ojos , tus ojos.

La nada;

Soy yo, la nada. La desorientación de los gritos del silencio. La insonoridad de los que penan, de los que sufren, de los que son angustia, de aquellos donde la muerte es su descanso ante tanta y tanta barbarie grotesca en este planeta. Soy yo, la nada. Un futuro se ha vertido tras un pasado donde no hemos llegado a la compresión de la madre tierra, del humano como viviente razón describiendo torturas sobre si mismo. Todo lapidado. Todo enterrado. Todo herido. Todo fragmentado. Y vengo, con este presente que se desliza en el adiós en la llamada de cuevas herméticas, invernales para vida en esta atmósfera.

YY:

Nuestras miradas derruidas. Nuestras miradas corrosivas. Nuestra mirada disimulando el llanto. Y es que no deseo más dolor. Quiero un mañana donde los pájaros canten, donde nuestros corazones libres sueñen en lo hermoso cuando las nubes dibujan nuestros sueños.

 

XX:

La nada. El ayer pesa, es insoportable. Nos carcome en el hoy. Y ella la dama de blanco quiere soñar. Y yo la dama de negro no puedo ¡Qué se alejen de nosotros tu yo¡no quiero lamentaciones, no quiero recordar. Solo quiero la belleza de este instante sirva para detener un futuro terrible con sus colmillos insaciables.  La nada…márchate.

YY:

Si, lárgate donde nuestras cicatrices no amparen más tus palabras. Lárgate de nosotras. No queremos saber nada de ti. Un viento sopla, un viento sur que nos ahoga, que nos entrega la enfermedad, las guerras de este mundo enraizado a las mareas del odio. Sí, lárgate y yo me quedo con la mujer de negro.

La nada:

Adiós, hijas de ojos rotos. Adiós, hijas de ojos de luna. Adiós, hijas de ojos incierto.

 

XX e YY:

Solo nos queda amarnos. Amarnos hasta que el crepúsculo haga la señal de un horizonte de esperanza. Solo nos queda querernos. Amarnos como hijas únicas de nuestras pisadas.

 Oscuridad. Un piano suena. Puertas que se abren, puertas que cierran y la nada.

LA NADA:

Sola, el viento cuece los sentidos. Ella, la dama de blanco, la dama de negro se ha ido. Que su alma se cuele por barrancos donde la esperanza sea vertical. Que su respirar pausado amontone todo el yo de la entereza. Que su sueño sea jardín donde los pájaros crecen y unas flores las contaminen de la perfección de la existencia, la alegría, la paz.

 

 

 

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