jueves, noviembre 13, 2025

HABITACIÓN CERO( NARRATIVA)29

 

29

Habitación cero. Habitación de paredes blancas. Habitación de suelo gris. La claridad de la jornada quiere marcharse y de repente un silencio inaudito penetra en la habitación. Estamos aquí, tu visión se pierde donde mis ojos no pueden llegar. Te llamo y no hay respuestas. Parpadeas, lates e inmóvil en el silencio oscuro logras alcanzarme.  Estamos aquí, mi voz, tu callar y una noche que quiere vencer a la tarde. Temblor. Continua la isla vecina con las desavenencias de la madre tierra. Es qué tanto la hemos castigado. Es imperdonable. Los casquetes caen. El deshielo se pronuncia como amargo destino de nuestro de hoy, de nuestro mañana ¿Y los sueños ¿ Vendrá cuando tomamos la compostura fiel agarrados en nuestro estómago, en nuestra mente? Estamos aquí y te pienso, intento esbozar lo que por tu cabeza pasa. La nada. Sonríes. Mantienes tu actitud hasta el final de este viaje donde los pájaros ahora cantan. Estamos aquí en esta habitación de paredes blancas y suelo gris. Estamos aquí, en esta batalla vencida por el desdén de la existencia. Me siento frente a ti en esta silla. Esta silla aguantando todo mi dolor, toda mi pena. Una lucha inconcebible me arrastra calle abajo donde los ecos del llanto son tormentas desfigurando mi compostura. Qué más da. Aquí estamos, solas. El viento sur de vez en cuando sopla con fuerza, un viento que traerá mal tiempo en este mes de noviembre. Todo es cíclico madre, todo. Todo se repite sino aprendemos de nuestros errores, las guerras, el hambre, la sed, el odio implantado en nuestro crecimiento y cuando llegamos a la adultez nos desbaratamos con los inocentes. Sabes, al principio todos somos inocentes, como este mundo echo de materia interestelar. Qué cometa habrá traído el agua, la vida, que bacterias y microorganismos han fermentado en ese caldo de cultivo hasta lo que somos hoy. Fíjate, madre, mira el cosmos. Somos mujeres, mujeres calladas. Conversamos con nosotras mismas más allá de esta dimensión, un viaje por el universo de nuestros mundos distintos bajo nuestros puntos de vista y vemos esa lejanía…esa lejanía eterna. A pesar de esas diferencias estamos aquí, esta habitación de paredes blancas y suelo gris, esta habitación donde se consumen tus soles, tus lunas…tus horas. Estas horas que no existen más allá de este ínfimo mundo. Un mundo herido, maltratado. Los bosques salvajes caen presa de del ruido de nuestros mazazos. Que venga…sí, que venga la fertilidad a este planeta caído, roto. Son tantas cosas…tantos desbarajustes que no terminaría de contarlo, es como me hundiera en un mar de plásticos y no pudiera respirar. Temblor. La tierra se estremece, ¿lo sientes? Es sutil y aun así nos afecta, el miedo arrasara a los rostros, pálidos, idos. Perderlo todo. Así nos sentiremos, miraremos el abismo con sus monstruos y fantasmas el resto de nuestras vidas. Mi voz se vuelve insonora ante ti, una voz de adentro, de este interior que se mezcla con los sonidos del derrumbe. Me derrumbo y no se del porqué esta tristeza mía.  Y no sé por qué de esta apatía revolcándome en una lágrima eviterna. No madre, no. No puedo apartarte de mí, este duelo particular mío. Soy como una niña insensata, desganada cuando nuestras rutas se desvían. Peces inflados por el PH de los mares. Ojos sueltos devorando nuestra conciencia. Temblor. Habitación cero. Habitación de paredes blancas y suelo gris.

 

 

 

 

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