Ahora, bajo un ciprés marmóreo
Con la blanca luna como vigía 
De los pasos furtivos en una noche
Cuando las emociones desfallecen 
Nos reencontramos con nosotros mismos.
Ahora, ante este paraje somnoliento 
Con el Monteverde lenguaje 
De lo que mana del corazón de la tierra 
Corres hacia arriba con el candor de una estela
Que deja la madre naturaleza,
Te entregas a la azabache bóveda 
Envejeciendo tu llama de la pasión
Y te dejas, te dejas atrapar por raíces 
Que se lían a tus piernas, a tus manos.
Sueltas tú soledad y saludas las cenizas que se trenzan
De su abandono, revives amargos silencios 
Donde el saludo de cuervos deshoja tu esencia. 
Ahora, bajo una cascada azul 
Donde la helada humedad hace de fuego 
Para volver, para volver a tus sueños 
Carentes de una pena mugrienta,
Abastecidos de una refulgente felicidad y paz 
Que repele todo llanto, toda angustia, toda sombra negra 
En la espesa atmosfera que se nutre del néctar de la vida.
 
 
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