domingo, diciembre 22, 2013

Ibas...

Ibas con tu vuelo negro cuando la noche es sombra de lo desconocidos por los barrancos de estas ínsulas. Cascadas corrían con el fulgor de un alma en pena que se da cuenta que no vale la pena ser memoria de lo de atrás. Ibas desquitándote de todo. De todo. Sobretodo aquello que te aunaba a una noche sin lunas. Tu corazón te lo pedía. Tu mente te lo suplicaba. Barranco abajo con el ritmo de un sutil aire bajabas. Ibas en busca de tu ser, de tu esencia. La belleza de nuestra reconditez que a veces permanece estática en el tiempo. Allí te encontraste con ella. Sí, con ella. Con la dama del monte. A veces mariposa y otras murciélago. Te paraste en tu descenso. Algo le dijiste. Algo te dijo. Las lágrimas evocaron a vuestras almas. Una real y la otra irreal.
                               -Qué haces aquí mujer- preguntó ella
                               - No se. Saboreando tal vez de la madre tierra- contestaste tu.
                               - Sí. Sola. Con tus pensamientos intentas huir del ayer. Ese ayer austero. Ese ayer donde aun las heridas reposan en tus sentidos. Ese ayer donde las navajas rozan tu vientre. Ese ayer que te llevo a la desgracia.
                               - Puede ser. Pero también estoy aquí por este reino natural me seduce, me enamora.
                                - Sí. Sola. Con esa pena que arrastra desde décadas. Con ese llanto profundo que duerme tus pasos. Con ese error que invoca los cristales rotos que has de pisar. Te conozco. Se quien eres. Y todo lo de antaño es solo un juego que tú buscas. Olvida. Olvida ya. Ya está bien.
                               - ¿Tú crees? Me encuentro tan desdichada. Que baladas fúnebres se revuelcan en mis entrañas. No se. Quiero respirar. Inspirar y espirar de este aroma que insufla la naturaleza a ver si con ello soy capaz…Capaz de renacer.
                               - Sigue mi consejo. Sigue hasta el final del barranco. Allí encontrarás un faro. El te dará esa luz donde rompen las olas que harán cenizas tu ayer.

         Iba hacía el final del barranco. A medida que avanza una luna iba creciendo en el nido de sus ojos. Fue hasta el final. Donde el rugir del océano estremecía sus huesos. Allí halló el faro. Espero que la luz incidiera en su rostro y cuando esto ocurrió sus alas negras se transformaron en dos arcos iris, dos caminos. Tenía que elegir. Sí, elegir su destino. Tomo la opción de su mano derecha. Descendió por el. A medida que subía su memoria iba olvidando. Olvidando todo lo que era, todo lo que fue. Hasta que la nada ambulo por su razón. Hasta que sus ojos se cerraron para siempre. 

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