Desde la distancia. Remamos hacía
los acantilados de las estrellas donde nuestro espíritu alcanza la vida,
alcanza la plenitud del gozo. Soñamos con ser aves migratorias que encuentran
su rincón. Un rincón donde la hierba después de la lluvia juega con nuestro
corazón. Late. Sí, late al ritmo que el eco de la libertad nos da rienda suelta
para volar y volar por parajes extraños pero bellos a nuestra caricia. Consolados
por una alegría que se incrusta en nuestras manos cuya calidez ofrece cierto
aroma a paz ¡Aroma a paz¡ Qué hermosa palabra cuando respiramos e insuflamos su
sabor ¡Qué venga¡ ¡Qué venga¡ Por qué de ella sonarán los tambores del silencio
de las batallas que ensangrientan este
planeta. Desde la distancia. Caminamos
por un paraíso perdido cuyo brío es estela que nos alumbra cuando ciegos somos
nacimiento de la felicidad, de ese puente nos llevará lejos, muy lejos…Tal vez
por planicies cuyas arboledas nos hablen de justicia, de equilibrio entre la
madre tierra y sus hijos.
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