Trepas con la espuma de la vida
cuando la noche se detiene en la blanca luna. Miramos su belleza, el esplendor
de sus alas que dan aliento a continuar. Y continuamos en la búsqueda de
nosotros mismos. Nos esparcimos sobre
manantiales de paredes blancas donde borbotea la paz. Nos encogemos bajo la
sombra de algún laurel que nos refresca la memoria de cuando en cuando en esos
instantes de felicidad. Nos desnudamos y bajo el fuego de las hogueras danzamos
un grito a la vida en su enraizamiento en nuestras manos. Nos quedamos sin
palabras cuando un beso se mece en el labio a labio de nuestro corazón. Y tu
ahí, observando cómo nos desenvolvemos entre el mar de nubes que columpia
nuestro yo.
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