miércoles, septiembre 02, 2015

Alas de mariposas marchitas...

Alas de mariposas marchitas. El silencio. Ojos blancos que abogaban por una vida mejor. El, solo, en la orilla. Mirando los rostros perdidos de las mareas. Camina lento, con el estómago encogido, con sus manos temblando cuando intenta cerrar sus párpados. No puede…no puede ante la crueldad de los seres que pueblan esta esfera. Tanto egoísmo. Tanto de todo…que enmudece. Aprieta fuertemente sus labios y un hilillo de sangre agotada corre por su comisura ¡Qué hacer¡, se pregunta ante tanta tragedia. Nuestros hermanos muertos. Sí muertos en la aventura de danzar sobre alambradas de miradas inertes, de miradas de hiel. Alas de mariposas rotas. El silencio. Ojos blancos a la deriva de sus sueños. Se arrodilla y eleva sus brazos ¿A quién rezar? La nada le ronda, una sombra de brumas juega con sus lágrimas y cae….cae en un profundo sueño. Sueño de caballos que en jauría avanzan hacia la paz, hacia la libertad, hacia esos sueños donde el eco rebosante del amor cuelga en árboles de cristal. Se detiene, un pozo, el pozo de nuestros sentimientos. Oscuros, muy oscuros cuando la verdad llega a nuestras manos. Todavía queda. Despierta, ahí, en la orilla. Cuerpos llevados por el oleaje a la arena. Desea arrancarse los ojos, no escuchar nada. Pero no puede. El silencio viene otra vez y cae, cae absorto de tanta injusticia, de tanto desequilibrio. 

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