Arriba, muy arriba de donde
desciende los besos alados de la nostalgia. Así se precipita él con el mecer de
una brisa que no cesa. Va en la búsqueda
de algún secreto hechizante para continuar por los ríos que manan vida. Se
aproxima, escucha su voz desde los fondos abisales de la felicidad. Se muerde
los labios al tenerlo todo tan cerca, tan cerca…que envuelto en hojas de
colores se desprende de ellas y erguido empieza de nuevo a vivir. Ella está ahí
en la proximidad de un faro que lo guía por las constelaciones. Soles remotos
le elevan el ánimo, le anuncian del candente brillo de sus ojos. Se miran, se
examinan y el tacto sutil se hace eco de pardelas que en la noche sin luna retornan. Tic-tac, tic-tac…los latidos del
corazón retumban bajo las esferas de sus unísonos vuelos.
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