martes, abril 18, 2017

capítulo 16. ELLAS....

16
Perecederos sentidos abatiendo la luminosidad de la mañana. Vivo con el destino en una maleta por terminar de deshacer. Vivo sin rumbo, en este hotel ahora donde la sonoridad de la ciudad me abre hacia un nuevo sendero. Cemento y más cemento, es lo que necesito para hacer el borrón de lo de ayer. A quien llamar, mi móvil no tiene ni batería. Incomunicado cavilo en el que hacer. Mi mente rota ávidamente, en un desorden que me hace sentar y escribir y escribir. ..
Roto viento ven
Con el quejido
De alas desplumadas
En gris.
Sutil aventura
Oscurecida
Por la fetidez
Del grotesco aliento
De su cabello.
Temblor.
Dilema.
Cobertura oxidas
De sonatas evadidas.
Muerte.
Vida.
Palpitante engendrar
Del desapego
De mi corazón.
 Romper o no romper. Corregir o no corregir. El primer impacto es lo que queda, lo que vale. Ni romperé, ni corregiré. Así lo dejaré como revoltijo de mi estómago. Me encuentro pesado, agotado. Cuando llame al editor le diré de su publicación, lo necesito. Necesito el expulsar el mal gusto de mis sentidos. Me tiendo en la cama y mis ojos estáticos contra un techo de hotel. La habitación es pequeña y es mejor así. No necesito grandes espacios para librarme de este amargor. No quiere llover hoy, larga son las sombras marrones que me tiran y tiran.
Y creía.
Sí, creía en el brotar de los besos
Desalojados de mortecinas figuras
Andantes tras de mí.
Y creía.
Sí, creía en el fragor imperecedero
De la nobleza de las almas
Bailando al sobre mis hombros.
Y creía.
Sí, creía en la ausencia de la fragilidad,
En la distancia de féretros
Planeando a ras de mi vientre.
Te busco y no te hallo. Mi mano se extiende sobre estos papeles esculpiendo lo que me has dejado, ojos amarillos en los agujeros infinitos del delirio. Me restablezco y sigo mirando este techo de la nada, aquí en un hotel moribundo en el centro de la ciudad. Me levanto de nuevo coge mi maleta y guardo mis cosas. Me visto y aceleradamente me voy. No sé a dónde pero lejos de este sitio, se me hace insoportable, apestoso. Solo. Yo y mis versos anudados a lo sucia que es la vida. No me entiendo. Yo asentía, pero hay algo que me lleva a ti. Sí, a ti Anne. Ven, te digo. Mi cavilar se esfuerza en traerte. Ven, te digo antes que el cruce entre la noche y el día me destroce más y más. Estoy aburrido, con el tronador desprecio. Y es que cuesta, cuesta olvidar...



No hay comentarios: