lunes, abril 17, 2017

ELLAS. CAPITULO 15

Descendamos en este mundo raro, donde el magma petrificado trae           la memoria de antaño. Los pinares nos esperan ahí abajo y más aun el Monteverde. Piano, piano…la suavidad de tu cuello, entre ganas de ser caricia eviterna en el cruce del reverder de tus pisadas. Me alegro. Sí, gotas de felicidad en el apuro de los días tensos. Ahora bajamos esta cumbre sumergida en lo arcaico, en la fragancia pura y dura del invierno. Ha salido el sol, bienvenido seas. Captura esta imagen como escena del mañana cuando nos invadan las arrugas, las canas largas. Hoy domingo, ayer sábado, el venir de las horas nos atraviesa en la rapidez de una quietud hospedada en estas tierras. Descendamos con cuidado por estas rajantes rocas de lava, de ecos de vapor agradable al frío intenso. No muy lejos después de los pinares un pueblo. Un pueblo pincelado de blanco y tejas casadas con la vejez, con los campesinos labrantes de estas zonas húmedas. Escucha, escucha…las campanas en este callar de la naturaleza. Tocan a misa, feligreses de negro concurrirá en una pequeña ermita en oración a sus creencias. Ah, Anne vamos de mano cuando lleguemos abajo en las esferas de la plaza nos distanciaremos, seremos sordomudas a nuestro querer, ocultas a las palabras de esta gente que goza de otros ritmos. Mira, mira…el océano se distingue apenas, otras islas dejamos atrás a medida que la arboleda se enraíza a nuestros ojos, a nuestras manos. Ya sabemos el sendero, siempre el mismo. El balar de ovejas se aproxima, se escuchan ladridos y más atrás vendrá el pastor de la cumbre en su ruta diaria. Te hacen cosquillas, una gracia de observar estas costumbres censuradas en la ciudad. Aire que respiramos. Aire que nos cubre de viveza. Aire que destruye todo mal. Ah, Anne por ahí viene el pastor, separémonos, solo andamos de paseo temprano por estos lares. Ello te hace sentir bien, lo oculto de nuestro amor. Te sientes cansada…pues sigamos. El rumbo de este lugar enaltece a las almas vivientes en la verdad. Ya tenemos el pueblo cerca, muy cerca. Ha merecido esperar. Ha merecido vagar en el noctámbulo de los astros. Ha merecido nutrirse de este apartado sitio.  Si, ya sé, no hemos comido. Seguro que aquí habrá un bar donde que nos enganchar de nuevo en el sentido de nuestros pasos. No…no hay prisa ¿Para qué? Aquí se ha detenido el tiempo, aquí hacemos una pausa hasta mañana. Te sientes cansada Anne…ya estamos. Todas las gentes del pueblo deben de andar en misa. Ventanas cerradas. Puertas cerradas. Lo gélido y hermoso. Lo hermoso y gélido. Esperemos aquí sentada en este banco de piedra viva. Mira al fondo todo lo recorrido, parece increíble. Solo hay que andar, firme…muy firme. Ella inundada del callar pero sus ojos juegan con el esplendor, con la agudeza de la calma. Una brisa suave viene. Mensajes terrenales que nos dice que nos quedemos aquí. Sí…te imaginas Anne levantarte por las mañanas y ser solo soplo de la bondad de esta tierra. Ya, asientes y con ello el sueño dulce de nuestro futuro se vierte aquí. Compraremos una casa y un pequeño trozo de terreno, con tus conocimientos y los míos podemos sobrevivir. Sí, aunando nuestras fuerzas en la suma de las jornadas. Ya salen los parroquianos. Vamos aquel bar frente de nosotras para ingerir algo después continuaremos errantes hasta bajo nuestro techo. Nos queda un camino extenso. Mujeres de luto con rosarios en las manos, hombres apoyados en el bastón. A la sombra de los almendros pintando toda esta estampa se sentarán y hablarán y hablarán.  Historias desconocidas por nosotras, por ellos. Por esta esfera huidiza del equilibrio. Aquí se aposenta, estableciendo lo cotidiano en armonía y belleza. Sí, nos vendremos a vivir aquí, creo que nos harán hueco...


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