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Las
habitaciones, rectangular superficie con su escritorio, su ropero y su cama y
ventanas…ventanas dando a un patio tragado de flores y flores cuidadas
exquisitamente. Ahora que estaban aisladas una de otras, sus pensamientos
trazaban círculos en el aire que respiraban. Las habitaciones continuas,
esperaban a que todas las luces de la residencia estuvieran apagadas. Cuando
todas dormían , monjas y compañeras, Anne se reunía con Ágata. Una reunión que
las llevaba por los paraísos perdidos del primer amor. Se ejercía una atracción
cuando ambas, solas, con la ceguera y sordera de las otras se agrupaban como
una sola. Sí, estaban cansadas ante lo arduo de la jornada, ante la severa
pena. Pero la pena, la queja no llegaban a ellas. Lo tragaban como una aventura
más de sus vidas. Ahora, a solas, sus labios furtivos se juntaban con cierta timidez,
con cierto cimbrar de cuerpos deshojados por las placenteras caricias del amor
, de una emoción vertiginosa que les hacía atraerse más y más. Todo era oculto,
todo era insonoro a cualquiera incluso a Delfina. Sentían un cierto temor, una
cierta prudencia, un cierto pánico terrorífico que las llevaba por vastos
laberintos de la duda. Y si se enterasen…esa
es la interrogante de sus ojos cuando se cruzaban en el océano de la pasión,
del abrazo largo por un cielo tatuado de estrellas. Anne y Agatta. Agatta y
Anne , existencias mezcladas con el jugo del amor. Y se preguntaban, ¿es lo
nuestro amor? A sus entendimientos no llegaban una respuesta franca, una
respuesta afincada en el espejo de los otros sino de ellas. Sí, si es amor,
respondía Anne. Un amor de lenguas agazapadas en los túneles oscuros. Un amor
exaltado por el anonimato, por la máscara de nuestras sombras cuando la noche
llega. Un amor marcado por la claridad de nuestra mirada. Sí, amiga mía. Sí,
querida mía, esto es amor. La atmósfera que nos atrapa conquista cada beso,
cada caricia, cada palabra inexacta. Y es que no hace falta hablar, conversemos
con nuestros sentidos. Sensaciones enaltecida en lo oculto, hambre liada por
lejanos desiertos donde el sol brilla sin mesura ¡Oh, el otoño¡ resuelto de
escalinatas serpenteantes a ras de una cumbre donde cada uno es verticalidad de
sus sueños. Sí, sueños …porqué no. Hay que soñar con las alas despiertas, con
los pies desnudos sobre el arco de colores, con la entrega de lo puro de nuestros
sentimientos. Agatta y Anne. Anne y Agatta. Duermen juntas, solo se escucha el
goteo de un tejado maltratado por las estaciones y la luna ¡Ah, la luna¡
Apoteósica, purificada , entregada a las dudas, entregada a la certeza,
entregada a las soñadoras de una noche de otoño ¡Oh, el otoño¡ Ven, ven con tus
cascadas. Ven, ven con tus manantiales
alimentando el frescor de un amor…CONTINUARÁ
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