Sus manos ¿cómo eran? No las recuerdo bien. Solo su olor, su
tacto cuando con sus yemas recorría mi columna, mi cuello, mis pechos. Manos
alumbradas del don de los sentidos, despiertos, emotivos. Sus manos acariciando
mis labios como tal pétalo se tratase, conversando con la insonoridad de los
cuerpos cuando se mecen bajo el halo de la luna. Manos exuberantes en energías
constructivas que nos hacía perdernos en el letargo. Y ¿Cómo eran? Mi memoria no roza sus formas, una imagen que
se va difuminando a medida que las estaciones pasan. Me detengo y medito bien,
en sus manos. Manos girando en torno a cuerpos que se entremezclan en su calor.
Manos perfectas para una noche sin
estrellas, ahora, mudas, idas, desvanecidas en algún baúl abisal. Sus manos
¿cómo eran? Posada sobre mí hombro cuando mi andar apresurado alcanzaba la
esquina del vacío y después… y después la nada. Manos buscando mi vientre,
manos liberando los pesado, lo angustioso. Solo, sus manos….solo, sus manos.
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