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Aquí.
Ahora. Estática. Estático. Un parque de esta urbe que conduce desaforada por
las vertientes de la polución. Un árbol. Un árbol lucido. Un árbol frondoso en
el rincón que le dejan el piso reventado. Un árbol arraigado a sus raíces
colgando en esta atmósfera. Un árbol de hojas verdes que se van volviendo
otoñales. Un árbol retorcido donde alguien ha escrito su nombre. Un nombre
entre tantos. Mi hijo lo abraza, corretea en su derredor. Para terminar abrazado
con sus ojos puestos en su copa. Me conquista por momentos. Me levanto de donde
estoy sentada y voy hacia él. También lo abrazo, logro que mis yemas de los
dedos toquen las suyas y sonríe. Una grata inocencia se descubre en su boca, en
su rostro. Sus manos pequeñas. Sus manos frágiles. Somos frágiles. No lo
condicionan los otros niños con sus juegos. Solo me llama a mí. Soy su madre.
Sí, su madre. La madre que hará que su porvenir sea lo más digno posible. No
busco la riqueza sino el bienestar de la supervivencia. Y soy su madre. Una lágrima
cae por mis mejillas. El se queda ausente, pensativo. Es alegría, le digo. Y de
nuevo su cara se encienden con los rayos de la caída de la tarde y la llegada
de una luna menguante. Una explosión, un
halo de energía que se desprende del cielo y la noche llega. Medito algo ha
sobrepasado la velocidad del sonido. Una bulla que nos deja perplejos, desorientados.
Las primeras estrellas se acercan , se aproximan a nuestra visión del universo
inalcanzable, misterioso. No me gustaría saber de aquel ruido fuera algún combate
perdido en las dimensiones de la existencia, de una humanidad que muere…lentamente
muere. Intentamos contar las estrellas que han nacido en esta noche sin
nubarrones. El se equivoca y de nuevo comienza a contar, de reojo observar como
yo también las cuento por si huera un fallo. Ya es hora de retornar bajo
nuestro techo ¡Uhm, que bien suena¡ ¡Qué belleza¡ Esplendoroso hogar que nos coge
en la calidez de este tiempo frío. De esos tiempos como náufragos en un campo
de refugiados casi ni podíamos conversar con nuestros sueños ¡Nuestros sueños¡ Un
despertar donde todo se pule a medida que crecemos, que maduramos. Algunos
lograremos otros, sin embargo, se quedarán en nuestra memoria del camino por
llegar a ellos ¡Ah , las luces de esta ciudad¡ En la noche pareciera que nos
cuida, que una cierta vida nos hace crecer. Es segura y nos sentimos seguros,
el de mi mano…
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