martes, septiembre 09, 2025

HABITACIÓN 0(NARRATIVA)16

 

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Una sonrisa. Un leve gesto donde el brío es follaje que altera mi razonar ¿Existe la esperanza? Sí, con esta suave sacudida de tus labios frente a mí. Me miras, por una cuestión de tiempo impredecible has despertado y sonries…y esa sonrisa hace que yo ascienda a la cima más alta, donde los montes están poblados del frescor de su exuberante vegetación. Y es pródiga mi felicidad en este instante, una felicidad que cierra las grietas de mi entereza. Sonríes. Qué gratitud me da este agosto donde las cantinelas de las farolas tarden en encenderse. Que gratitud me da este agosto donde los callados pájaros se agolpan al ventanal de esta habitación de paredes blancas y suelo gris. Pero no quiero esa promesa tuya instantánea meciendo la vida aun latente. No. Y me empeño a que no sea engaño ese rostro ante mí donde me sonrisa, donde intenta decir algo. Te encuentras bien, pregunto y de tu garganta insonora a lo largo de los meses se sobresale un sí y sonríes. Te cuento de mis rutinas diarias, te hablo de tu perrita y siento que te agrada, que un soplo de tranquilidad te deja fluir vivaracha esquivando las sombras de la despedida. Estamos solas, tu y yo…yo y tú, que más. Esa sonrisa me expande como estrella nacida de la nada. Tu luz fósil viene a mí, el término. Y el ahora, me pregunto. Esa brillantez te hace huir de la oscuridad, de ese cosmos donde un agujero negro absorbe toda tu energía. Y a lo mejor lo has pasado. Y lo mejor esto no es engaño. Qué manía mía. Tengo miedo…mucho miedo congregándose en mis venas, en mi estómago, en este corazón donde se bombea la sangre que llega a nuestro cerebro. Y este miedo me crea una tristeza infinita, con lo grande de cantos marchitos, apagados donde gravita mi alma solo, mi alma. Habitación cero. Una habitación de paredes blancas. Una habitación de suelo gris. Caigo de bruces en las arenas movedizas, frente mi un océano anciano, frente a mí una agitación que sorprendentemente es un estimulo agradable, satisfactorio. Y caigo en la silla que está ante ti. Cierras los ojos, pero aun en tu comisura se dibuja ese placer de estar feliz. Aprovecho estos momentos y te pido un beso y me lo das. Y te pido otro y me lo das. Esa energía buena que vibra en ti me reconforta y me somete a la duda…una duda que me desorienta. Viene la cena, está oscureciendo y comes. La gravedad de tu estado esta disimulada por un tul de espinas donde la sedosidad cae frágilmente hacia mi y hacia ti..sí, hacia ti esta mala enfermedad que te despecha y a veces te deja unos momentos, unas horas, unos días de plena lucidez. Soy…¿qué soy? Una mujer frente a su madre. Está madre sabedora de todos sus secretos y que ha contagiado en un breve espacio de días la esperanza. Qué venga…sí, que venga la esperanza ante tanta herida. Si, todos hemos sido heridos. Uno más otros menos, pero todos hemos recibido la azotaina de una día a día que de repente se envuelve en tinieblas. Y nos perdemos, como ahora. Después vendrá el albor pasado los años y cuando nos detenemos   mirando el ayer. Ese ayer sin retorno. Ese ayer pasado de página. Ese ayer que ahora es un final. Habitación cero. Una habitación de paredes blancas. Una habitación de suelo gris.   Sonríe, madre mía que yo desde aquí, presente, sonrío también       

 

 

 

 

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