16
Una sonrisa. Un leve gesto donde el
brío es follaje que altera mi razonar ¿Existe la esperanza? Sí, con esta suave
sacudida de tus labios frente a mí. Me miras, por una cuestión de tiempo
impredecible has despertado y sonries…y esa sonrisa hace que yo ascienda a la
cima más alta, donde los montes están poblados del frescor de su exuberante
vegetación. Y es pródiga mi felicidad en este instante, una felicidad que cierra
las grietas de mi entereza. Sonríes. Qué gratitud me da este agosto donde las
cantinelas de las farolas tarden en encenderse. Que gratitud me da este agosto
donde los callados pájaros se agolpan al ventanal de esta habitación de paredes
blancas y suelo gris. Pero no quiero esa promesa tuya instantánea meciendo la
vida aun latente. No. Y me empeño a que no sea engaño ese rostro ante mí donde
me sonrisa, donde intenta decir algo. Te encuentras bien, pregunto y de tu
garganta insonora a lo largo de los meses se sobresale un sí y sonríes. Te cuento
de mis rutinas diarias, te hablo de tu perrita y siento que te agrada, que un
soplo de tranquilidad te deja fluir vivaracha esquivando las sombras de la
despedida. Estamos solas, tu y yo…yo y tú, que más. Esa sonrisa me expande como
estrella nacida de la nada. Tu luz fósil viene a mí, el término. Y el ahora, me
pregunto. Esa brillantez te hace huir de la oscuridad, de ese cosmos donde un
agujero negro absorbe toda tu energía. Y a lo mejor lo has pasado. Y lo mejor
esto no es engaño. Qué manía mía. Tengo miedo…mucho miedo congregándose en mis
venas, en mi estómago, en este corazón donde se bombea la sangre que llega a
nuestro cerebro. Y este miedo me crea una tristeza infinita, con lo grande de
cantos marchitos, apagados donde gravita mi alma solo, mi alma. Habitación
cero. Una habitación de paredes blancas. Una habitación de suelo gris. Caigo de
bruces en las arenas movedizas, frente mi un océano anciano, frente a mí una
agitación que sorprendentemente es un estimulo agradable, satisfactorio. Y
caigo en la silla que está ante ti. Cierras los ojos, pero aun en tu comisura
se dibuja ese placer de estar feliz. Aprovecho estos momentos y te pido un beso
y me lo das. Y te pido otro y me lo das. Esa energía buena que vibra en ti me
reconforta y me somete a la duda…una duda que me desorienta. Viene la cena,
está oscureciendo y comes. La gravedad de tu estado esta disimulada por un tul
de espinas donde la sedosidad cae frágilmente hacia mi y hacia ti..sí, hacia ti
esta mala enfermedad que te despecha y a veces te deja unos momentos, unas
horas, unos días de plena lucidez. Soy…¿qué soy? Una mujer frente a su madre. Está
madre sabedora de todos sus secretos y que ha contagiado en un breve espacio de
días la esperanza. Qué venga…sí, que venga la esperanza ante tanta herida. Si,
todos hemos sido heridos. Uno más otros menos, pero todos hemos recibido la azotaina
de una día a día que de repente se envuelve en tinieblas. Y nos perdemos, como
ahora. Después vendrá el albor pasado los años y cuando nos detenemos mirando el ayer. Ese ayer sin retorno. Ese
ayer pasado de página. Ese ayer que ahora es un final. Habitación cero. Una
habitación de paredes blancas. Una habitación de suelo gris. Sonríe, madre mía que yo desde aquí,
presente, sonrío también
No hay comentarios:
Publicar un comentario