sábado, septiembre 06, 2025

HABITACIÓN CERO( NARRATIVA) 15

 

15

No, no la abandonare jamás. La paz se incrusta en mis arterias soportando la lucha hasta el final. Me siento al piano, tu perrita me escucha, se acuesta detrás de mí. Fallecer de inanición es terrible, es algo grotesco en la dejadez por pensamientos distinto a ellos. Vemos este mundo como precipita destrozos en cada rincón aislado donde no somos consciente. El marchitar de esta vida como terrestres. No, no la abandonaré jamás, estaré hasta el final de ese viaje, de su viaje particular donde las luces son sombras de su ayer. El amor negocia en estos instantes con mis manos y soy composición de un sonido que matemáticamente encuentra su tonalidad, su musicalidad. Repito y repito de más a menos, de menos a más. Mi dolor original interfiere en la melodía y es algo triste. Sí, estoy apenada en esta soledad mía…solo mía, donde el balanceo de las notas fugaces apunta a mi corazón. Y siento una punzada…una punzada de derrota y a la vez de desahogo. Lo inesperado se vuelve en un temblor infinito. Sí, infinito donde el agotamiento toma relevo a mis manos, en mis dedos y recordante y recordándome cuando eras bella lucidez de esta casa. La casa vacía. Un piano. Una perrita. La nostalgia. Inspiro y espiro…espiro e inspiro me meto donde las semillas lanzadas al viento paren nuevas flores. Sí, te llevaré después flores…tanto te gustan. El teléfono suena. Es la forense que se ha inmiscuido absolutamente en este caso. Quiere ir al lugar donde he encontrado los restos, a la cumbre y en particular a esa determinada cueva. Le digo que si, cuando quiera. No doy excusa de mi duelo…solo mío. Buscamos otros mundos, otras tierras donde habitar, donde el agua sea cimiente de nuestro mañana. Pero, queda tanto y tanto que no llegaremos a verlo en la progresión de generaciones venideras, somos aún muy primitivos, aunque veamos que esta civilización pegada a su ombligo se crea altamente capacidad para el mañana. Qué será…qué será de ese futuro durmiendo junto a las armas, al despecho, al rencor, al odio. Hago un silencio. Si, ese silencio que da pausa a la respiración. Y todo es callado. Y todo es serenidad. Y todo es complacido por los ojos prietos en la ceguera. No, no quiero ver. No, no quiero escuchar. No , no quiero sentir lo que abruma este infarto en la tierra. Temblor. Todavía la isla vecina se sienta en el tremor de sus pilares. Ay, querida mía, adiós. Espero que no exista en este estado sufrimiento…es lo único que deseo en esa habitación de paredes blancas y suelo gris. Ha sido todo determinante, totalmente radical. Como diría…en cuestión de un suspiro. Qué le digo a la forense, espere. Sí , espere que este transito se aleje del eclipse que fondea en mis fuerzas. Después , cuando pase todo este mal, iremos. Dejo el piano y voy al balcón a regar sus flores, a mimarlas como si se tratará de ella. Amante de la naturaleza, del respeto del todo y ese todo lo sembró en estos pasos de mi día a día. Nos vamos solos así, como venimos al mundo. La ausencia crea nuevos caminos, nuevas formas de enfocar ese crepúsculo como burbuja de la que nacemos de nuevo. Y el todo. El todo o la nada. Me fijo en mis manos, presencia total en verticalidad de los amantes, de los enamorados en los surcos que toma nuestros destinos. El todo o la nada. Aquí en nuestras manos, el todo o la nada. Describo espirales en el aire mientras contemplo tus plantas. Describo besos a la brisa mientras un gallo no deja de cantar. Describo lo maravilloso de lo simple que nos prolonga en el infinito de nuestra memoria. Describo tu ayer y tu ahora en una habitación de paredes blancas y suelo gris.

 

 

 

 

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