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De esta manera te llamo y se que me
sientes en este pedazo minúsculo de tiempo que estamos en la tierra. Una tierra
que de vez en cuando, por no decir en toda su vida declara la muerte como
bandera depredadora de inocentes, de esos cual voces calladas no las
escuchamos, no las vemos. Si supiéramos de la belleza, de lo lindo que es lo
cotidiano como enemigos a esa avalancha de asesinados sin razón. Nos apiñamos
al pasado…a un pasado lejano, ausente, invisible donde la idea febril se vuelve
nefasta, tórrida en las nubes de navajas cortando vidas que caminan en sus
rutinas pacíficas. Tiremos por la borda todos esos desprecios, toda esa presión
de venganza sobre otros que no más son nuestros iguales. Distinta piel,
distintas creencias …así es la vida. Y ahora tu ahí, en una cama postrada de
habitación de paredes blancas y suelo gris. Tu lucha continua por ser libre de
la enfermedad. Tu lucha está apegada a la existencia corpórea, no quieres
perderte en el vacío de mis manos, de otras manos. Y luchas y luchas en el
perfil conjugado con la fortaleza de tu reconditez. El vértigo aniquila mis
pasos, mis nuevos movimientos cuando te he mirado, cuando examino este mundo
que no duerme solo, un despertar turbulento, ceñido a la respiración de
escombros bajo la detonación de algún arma. Viva la alegría, me digo. Viva la
esperanza, me digo. Viva esta agua que tomo hasta que me garganta se sacie sin
el miedo de un tiro en las sienes. Viva la lluvia de agosto, aunque las
temperaturas aumentes. Un tronar se mezcla en este instante donde yo, bajo este
techo, beso tu energía. No sé por qué esta voz dormida de los pájaros es de una
pizca de tristeza, me induce a estar en este silencio con mis abstracciones acostadas
en esos ayeres. Mujer de rígido carácter, con la posición de protectora de tus
hijos. De tus hijos nacidos en esta esfera, en esta atmósfera que a veces se
hace dura cuando te pienso, cuando te amor, cuando te llamo y tu no contestas.
Entro en tu habitación con una taza de café en la mano y con la música que
suelo escuchar, ya familiar para ti, espero a que me digas ¿qué escuchas? Y yo
, aunque no estes, respondo. Me tomo el café y bacilo en esa gota de nostalgia.
Mis ojos se vuelven viento sereno defendiéndose de las fuerzas contrarias que me
dan sombra en esta casa deshabitada por tu aliento aunque, tu olor permanecerá
en el infinito de las estaciones.
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