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La mañana se hace variable, calor,
lluvia. Baja y suben las temperaturas en un crujido y lo pegajoso de esta
atmósfera se pega a mis carnes. Presto mi conciencia en lo positivo, te pienso,
aunque tú, no sé, quizás me olvides en las horas que no estoy contigo. Un
tremor alcanza esta isla, viene de ese otro cauce del mal de las entrañas de la
tierra. Y a la vez hay que pensar que es normal. Demasiado tiempo aletargado y
cuando menos te lo espera junto al desbarajustes de los seres que pueblan este
mundo todo confluye, todo se unifica creando una verdadera confusión. Y a veces
nos sometemos a nuestro infortunio o eso creemos, hilando como espectadores sin
saber lo que vendrá. Quietos. Estáticos. El oleaje nos vence y nuestra razón
disemina lo necio, la negatividad. Este chiquito mundo ha tenido tantas
transformaciones, tantos imperios caídos, tantos desastres, tantos y tantos y
llantos de lo que hemos permanecido al margen , solo lo escrito por la opinión
de historiadores bajo su punto de vista. Y Ahora es todo tan cercano, los
medios de comunicación es un explosivo que nos desaliento, que nos produce una tristeza incómoda cuando
rostros sucios, rostros gastados, rostros moribundos, rostros sedientos, rostros
hambrientos se planta bajo nuestra visión en la autodevastación de nuestra
especie. Y un sin aliento, un corte de respiración juega en nuestro vientre con
flores muertas, flores heridas. Entonces me siento caer. Apago las noticias,
huyo de las redes y me escondo donde el dolor no tenga cabida…donde no tenga
cabida. Me asomo al balcón, la marea en su ciclo sube. Está revuelta , un mar
de fondo que ya conozco, traidor. Y , ahora, aquí a solas, te pienso, siempre
te pienso en esa habitación de paredes blancas y suelo gris. Una hoguera quema
todo el ayer y yo me siento rejuvenecer. Estoy en el ahora , en este ahora
estático, quieto. Dejo fluir una de mis melodías cargadas de una poética auditiva
que me sostiene, me agarra a ser velas elevadas al viento…al viento. La
tormenta veraniega ha terminado. Esta aruñada tierra tiende en medida que pasan
los años ha ser más yermo, a ser más catastrófico, a ser más áspero en su
relación con nosotros. El cambio climático está ahí, lento pero viene, lento,
pero está más lo cíclico de la evolución de este mundo. Dicen que el campo magnético
de la tierra esta variando. Una sociedad al servicio de la tecnología le
afecta, los navegantes de los mares perderán sus rumbos cuando su gps se vea
modificado por estas circunstancias. Y, entonces, que decir…todo cambia. Si,
cambia el tiempo, cambia las estaciones, hasta hemos cambiado nuestra forma de
ser por cada hecho grave de este pequeño mundo. Sin embargo, aunque todo
cambie, estoy aquí. Vertical. Estática. Quieta. Suena el teléfono, cogerlo o no
, esa es mi cuestión. Me acerco a él, es la llamada de la forense. Le hago un
espacio en la espera, seguro que será para esas pisadas entorno me encontré los
restos. Sí, hay que escenificar la historia pero, ¿cómo?, todo son suposiciones
superpuestas hasta la reconstrucción final que será real o no. Pero hay que dar
explicaciones de nuestros ayeres , todo bajo el punto de vista de esos estudios
del presente, de lo actual, de lo que sabemos. Ahora no siento ganas de hablar,
contemplativa bajo ese océano turbulento. Ahora no ,una convulsión viene por
segundos y me agarro , en el balcón, este balcón lleno de macetas donde fluye
la belleza de una flor. Para la lluvia, calles empapadas. Mi sudor, con mis
ojos prietos columpio mis pensamientos y por un instante los dejo, los abandono
donde la nada brinque al ritmo del oleaje.
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