miércoles, octubre 01, 2025

HABITACIÓN CERO( NARRATIVA)20

 

20

Habitación cero. Paredes blancas. Suelo gris.

Madre coraje en alas de las almas perdidas

Madre coraje en el olvido de cada nube dibujada en las sombras de un almanaque desusado.

Madre coraje arañada en la conciencia de no ser hábitat de la palabra, del brío de jardines decorados con pájaros que aún cantan.

Madre coraje, aparata orilla donde mis ojos agonizan en una pena.

Madre coraje, escenificas el fin de mi mañana, arropada de las tempestades del día a día.

Madre coraje, tu sonrisa, edifica, vivifica la constancia de nuestras pisadas por este submundo que solo tú, solo yo conozco.

Madre coraje, aquí estas, postrada y tus ojos se resisten al llanto, continuas donde nuestras manos pactan con elixir de una llamarada de aliento.

Madre coraje, sueños en el precipicio donde somos resonar del oleaje espeso, pesado , desganado. 

Enciendo una vela con aroma a lavandas…uhm, me es igual. Nos envuelve por momentos en pequeños recuerdos. Tu cargada, nos derivamos esos campos que mi memoria me trae con tus amigos…si, tus amigos. Y jugamos, perdidos de vuestra mirada, Aventuras en la crianza exacta lejana al presente. Correr y  correr , traspasar montañas,  trepar por rocas hasta cima del bienestar. Veo cometas…muchas cometas, blancas. Alzadas por la manos de un niño, de una niña donde no ha perdido la inocencia, donde los desastres de los adultos no han sido vinculados, enlazados a sus vidas. Veo el asombro conservado de esa actitud del viento, de la briza elevando nuestras cometas, blancas, una y otra vez. Y aunque no lo creas esa memoria queda de ello y muchas otras cosas. Paredes blancas. Suelo gris. Una habitación con una vela de lavanda, su olor. La tempestad te persigue en esta tarde de agosto donde los pájaros deshabitan tu conectividad con lo actual. Me rindo ante tu cama en esta habitación cero como madre coraje que has sido mientras tus piernas habitaban las calles de esta isla. Siempre defensora de los más débiles donde incluyo a los que no se escuchan, la madre naturaleza. Te agarrabas con tu fuerza aquel árbol dañado por las voces de las apisonadoras. Te agarrabas por el aquel chillido mal dado a los que se hunden como vagabundos en una ciudad que anda cada vez más acelerada, más agresora. Y, ahora, aquí, postrada en una cama de una habitación de paredes blancas y suelo gris. En el azote de la oscuridad habitada siempre percibo una luz todavía, las horas pasan  en el infinito propio de mi postura. Me agarro a tu mano, madre mía, como absoluto sustento de mi mañana.  Desconocido, ignorado.

Madre coraje, océanos de silencio exhuman ballenas que dialogan contigo.

Madre coraje, lucha por la verticalidad de tus alas, mudas.

Madre coraje, sendero umbrío donde los ojos inconclusos se eternizan gravitando sus últimas estaciones.

Madre coraje, despechada, desheredada de la luz de seguir atravesando soles de arboledas encontradas.

Madre coraje, vertiente donde el amor viste esta manía mía de quererte.

Ay, madre , sola en medio de un pasillo que me lleva hacia la hinchazón del vacío, de la utopía.

Quiero que estos soplos donde es visible de tu vitalidad sea fardo que he de cargar como un suspiro de la belleza...la belleza de querernos.

 

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