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Suelo gris, paredes blancas.
Habitación cero. Si, yo la llamo así porque es como un punto de partida a otras
dimensiones, a otros caminos. El calor de tu mano me huele y yo también, con el
voy donde quiera con el trotar y trotar de la libertad. Balbuceas algo, siento
tu voz, estropeada, esforzada y te entiendo. Dices mi nombre, algún resquicio
de memoria rasguea tu garganta y sonríes…te sonrío, a pesar de tu estado. No me
gustaría verme como tu , me digo. Postrada en una cama donde no más soy ojos y
manos ….ojos y manos que sienten la calidez humana, el acogimiento de un corazón
perdido en esta habitación de paredes blancas y suelo gris. Aquí, tranquilas.
Más allá, el hambre, los derechos humanos doblados, el castigo. Sí más allá de
la isla, de este país llamado España. Los traficantes de sueños los llevan a un
pozo negro y oscuro donde solo es posible salir con la alianza de los países,
de los pueblos. Acabar con lo terrorífico, lo abominable, lo asqueroso de la
vida. Hay hambre. Hay bombas que han destruido ciudades enteras, personas
enteras y ahora….la salud física y psíquica se envuelve en suciedad. Veo unos
pies desnudos, llagados, lastimados con el dolor que ya se asimila testigo de
la devastación de sus iguales, nosotros. Los ojos, reflejo de los horrores despierta
una desesperación, un pánico que ya no es pánico sino enfermedad. Están
enfermos. Qué será de ellos, quien los sanará y los cuidará para subir en la
vida con un pedazo de sonrisa. No, madre ¡No¡ nada será igual cuando las
guerras acaben. Violaciones, saqueos, torturas, interrogatorios, genocidios. Y
después qué…una memoria donde habita la alegría torcida, incoherente, penosa de
todo lo que han soportado. Y los veremos suplicando a un Dios. Un Dios insulso.
Un Dios agreste. Un Dios yermo. Un Dios engendrando en su nombre el mal, el mal
para las florecillas muertas. Sí, están muertos. Muertos en vida. Quien demonios
puso vida en este planeta. A veces los retortijones estallan en mi estómago.
No, no madre y es que hay hambre…mucha hambre, un hambre con semblanza de lo
desequilibrado de este orbe. Paseo por esta habitación, meditabunda. Dejo el
paso el paso de esta noche tranquila y miro de nuevo por la ventana. En este
lugar se puede ver a pesar de la polución alguna constelación. Una estrella
fugaz acaba de relampaguear por mi visión o yo creo que es un meteorito , puede
ser también algún satélite podrido. Hay hambre, en los escombros de la indomable
sinrazón. Soy neutra ave que alza su vuelo en un recorrido sinfín , en un andar
paulatino hacia la verdad humana. Desde aquí parto donde duermen el arrojo de
danzar bajo la luz de las estrellas. Descansa
un poco madre, no dejas aguzar tus sentidos en esta persona que te quiere, que
ha sido aprendiz de los ritos flotantes para caminar por las calles, por las
gentes. Y de repente zas…un tirón de viento viene con la destreza que lo hará
violento. Y de repente zas…la lluvia. La lluvia y el viento. Te lo cuento,
desde aquí, desde estos cristales permitiéndome avistar el exterior como
canción perdida en el tiempo. Sí, una canción. La tormenta se ha iniciado,
temblor. Una mezcolanza de pavor sembrará a la sociedad tan carcomida por las
noticias sensacionalistas, por las noticias pinchadas de mentiras. Y sigo con mis pensamientos, hay hambre. Nos
vestimos con el hambre , con la sed de los huérfanos de existir…muchos, demasiado.
Habitación cero. Habitación de paredes blancas y suelo gris. Envuelvo en mis espaldas
la pesadez de un árbol caído, me revuelvo en mis sentimientos…dignos de bienestar,
de este cariño transfiriéndose al unísono. Sabes, soñé que soñabas. Sabes, tu
sonrisa era un arco iris ornado con el aroma de tus manos suaves, frágiles. Sabes
, caminábamos donde el ser experimentaba la paz. Niños corriendo. Ancianos
sentados viéndolos pasar. Y nosotras, en medio, paseando en un parque donde las
banderas sonaban en níveos colores hilados por las manos de esas madres que han
perdido algún hijo ya desaparecido, ya muerto, ya dañado. Habitación cero.
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