Nuevo libro “ A LA SOMBRA DE UNA LLUVIA DE ESTRELLAS”, ediciones Idea
A la sombra de una lluvia de estrellas, la quietud del alma en la huella de unos poemas que se engendran en el canto cierto y sereno de remotas olas que rumian la tonada del amor, del desamor, de la injusticia. La nostalgia se peina de gaitas, tambores y chácaras al son de un manantial que descalzo erupciona en las mareas recónditas donde florece la luna.
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Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
lunes, julio 27, 2009
martes, julio 14, 2009
¿Qué esperas?...poesía
38
¿Qué esperas?
Te revuelcas en la duda
Y te embarcas por tundras
Donde lobos blancos
Son llamas desintegrando tu pasión.
Aquí estoy, con el cuerpo desnudo
Entre sábanas de algodón yermas
Buscando el sudor de tus labios
A cada aurora que irrumpe con el quejido
De las amantes lejanas.
Marmóreas mareas piso
Que me dicen de la rosa negra
Que nos embriaga con su perfume de hiel.
¿Qué esperas?
Tu sexo sobre mi sexo,
Tu vientre sobre mi vientre,
Tus pechos sobre mis pechos
Galopando, galopando
En el frenético choque
De dos almas que se adolecen en desiertos subterráneos
Esperando la llamada de la mirada.
No me miras,
No te miro,
En el aire ronda el valle de las enamoradas,
Tan oscuro que el dulce trinar del astro rey
No nos da calidez, no nos da ese manantial
Donde al unísono anidaremos para beber.
Adiòs...(relato)
Adiós, así se despide de la borrasca que la incrusta en sensaciones amargas. Su romance con nubarrones se había acabado. No sabe como, un día donde esa carpa celeste del firmamento la llama dejo de seguir derramando lágrimas. La llama con el irradiar de toda su fuerza alojada en el sol y así continúo su andar por una vereda donde la sombra de los añejos árboles hacía aquel lugar intacto en los años, en los siglos. La humedad que allí se preserva la imanta para lamer la calidez de la soledad, del desalojo de sus debilidades. De repente en medio de esa vereda y con asombro es hallazgo de una flor, de una flor blanca como los astros que coronan el cielo cuando la noche cae. Se acerca a ella, se arrodilla y la huele. Emana la plenitud del boscaje, las palabras del silencio que la naturaleza erupciona. La caricia y dulcemente sin estropear sus pétalos le da un beso. Una brisa fresca la recorre, tersamente le devuelve ese beso. Ese beso que anuncia la abundancia en amor, en deseos nuevos. Los pétalos por un instante forman una alfombra que parece eterna. Ella se levanta, camina sobre ella sigilosamente. El bosque se levanta, las ramas y los troncos que están en el suelo le dan paso. Al final de aquel sendero de pétalos blancos se descubre un lago de aguas transparentes. Ella se desnuda. Ella se sumerge. Ella vive cuando brota otra vez con la tonada de la luz de las estrellas. Ahora como mujer del hoy, como mujer cuyos propósitos se embarcan en una serenata de fuerza para que sean reales, para que sean reales.
Te miro...(poesía)
Te miro,
Me miras en la delgada línea
Que nos separa de la llama de la pasión,
Esa pasión que conmueve los astros
Que giran y giran en la madrugada
Cuando nuestros cuerpos danzan en el sueño.
Te miro,
Me miras por la angosta calle desierta
Donde las palomas blancas solo son sus habitantes
Cuando el crepúsculo lame la ciudad
Y te aproximas con los dolores del ayer
Y yo con la brisa te llevo por los ensueños
Donde yeguas verdes cantan al mañana.
Te miro,
Me miras a través de un arco iris
Para no morir en la angustia de la soledad
Y mi voz de años, de siempre, te atempera
Con pianos y violines que te acoplan a mi cintura
Y nos hacen recostar sobre agujeros negros
Que nos llevaran a otro tiempo, a otro lugar
Te miro,
Me miras por donde el viento se lleva el lamento
Con caracolas galopantes anunciando
Que ya jamás el llanto será beso a tu cuello
Sino mis labios será seda que serpenteante
Embellecerá tus ojos apagados, tus labios cansados.
Me miras en la delgada línea
Que nos separa de la llama de la pasión,
Esa pasión que conmueve los astros
Que giran y giran en la madrugada
Cuando nuestros cuerpos danzan en el sueño.
Te miro,
Me miras por la angosta calle desierta
Donde las palomas blancas solo son sus habitantes
Cuando el crepúsculo lame la ciudad
Y te aproximas con los dolores del ayer
Y yo con la brisa te llevo por los ensueños
Donde yeguas verdes cantan al mañana.
Te miro,
Me miras a través de un arco iris
Para no morir en la angustia de la soledad
Y mi voz de años, de siempre, te atempera
Con pianos y violines que te acoplan a mi cintura
Y nos hacen recostar sobre agujeros negros
Que nos llevaran a otro tiempo, a otro lugar
Te miro,
Me miras por donde el viento se lleva el lamento
Con caracolas galopantes anunciando
Que ya jamás el llanto será beso a tu cuello
Sino mis labios será seda que serpenteante
Embellecerá tus ojos apagados, tus labios cansados.
martes, junio 30, 2009
El y ella
1. En la ventana
Buceando en los recuerdos, esos recuerdos que nos da sombra cuando el alba disfraza la luna de sol. La andadura vestida de nostalgia nos embarca en el llanto, en la llamada de esas estaciones idas cuando un círculo de hielo nos rodea.
Xx:
¿Qué haces?
Yy:
Aquí, sentada en esta ventana mirando el mar. Mirando los recuerdos del ayer. Ven, ven siéntate conmigo.
Xx:
No. No tengo ganas. Me acabo de levantar y…
Yy:
Y ya lo se te vas a dar una ducha para salir a tu paseo diario. ¡Ay los años¡ No podrías cambiar un día.
Xx:
Son muchas estaciones ya con esa costumbre y si no lo hago es como si me faltara algo. Me voy a duchar.
Yy:
No, no te duches. Por qué no te despierta con el ronroneo de las olas, con ese sol que con su frescura está naciendo.
Xx:
¿Qué te pasa hoy mujer? ¿Por qué me hablas de ese modo?
Yy:
No se por qué amado mío. Hoy me encuentro melancólica. La nostalgia me arrastra por arenas movedizas y necesito de ti. Estamos tan distanciados últimamente. No te das cuenta. Pasan los años ¡Los años¡ y siempre hacemos los mismos. Tu te levantas te duchas y te vas a caminar hasta la hora del almuerzo y yo…Yo, aquí, entre estas cuatros paredes leyendo o haciendo otra actividad.
Xx:
Bueno, ya empezamos. Somos viejos y cincuenta años de matrimonio. Hay creo que la suficiente confianza para hacer lo que queramos.
Yy:
No, no es eso. Estás tan equivocado…Vete a ducharte anda.
El se va a duchar y ella se contemplando una de las maravillas de la naturaleza. Ese océano dorado cuando se infiltran los primeros rayos solares. Está en calma y de él se desprende una sabiduría de millones de años
2. Ella sola
Yy:
Que hermoso eres con la plenitud de tus olillas, con esas rocas que bañas. Yo aquí sola como siempre. Sentada, esperando el último minuto mientras tú vagarás eternamente frente a esta ventana. Sabes, me daría un baño en tus aguas pero es que estoy tan vieja.
Mar:
¡Vieja¡ Que dices mujer. Aquí te espero. Mis aguas están en calma para tu cuerpo se sumerja en mí.
Ella se levanta, coge su bastón y va a la habitación. Se pone torpemente el bañador y baja.
3. El solo
Xx:
Que día más esplendoroso hace hoy. Es tan temprano que todavía no discurre nadie por estas aceras. ¡Ay mi mujer¡ La amo. Tanto es mi amor que las palabras se quedan desnudas, solitarias. No se como decírselo, el silencio me ata y no encuentro la frase adecuada que a ella la reanime. Será este cansancio. El mar esta deseoso. Nunca lo había visto así. Me entran ganas de darme un baño. Si, un baño.
Mar:
Aquí te espero. Ven, ven conmigo.
4. El y ella
El y ella bajan a la arena. No se ven. Se aproximan a la orilla y se quitan las ropas. Lentamente la sed de por ese océano se va apagando, ambos, se introducen en el agua. No hay nadie solo ellos dos. Se ven. Se aproximan. Se besan.
Buceando en los recuerdos, esos recuerdos que nos da sombra cuando el alba disfraza la luna de sol. La andadura vestida de nostalgia nos embarca en el llanto, en la llamada de esas estaciones idas cuando un círculo de hielo nos rodea.
Xx:
¿Qué haces?
Yy:
Aquí, sentada en esta ventana mirando el mar. Mirando los recuerdos del ayer. Ven, ven siéntate conmigo.
Xx:
No. No tengo ganas. Me acabo de levantar y…
Yy:
Y ya lo se te vas a dar una ducha para salir a tu paseo diario. ¡Ay los años¡ No podrías cambiar un día.
Xx:
Son muchas estaciones ya con esa costumbre y si no lo hago es como si me faltara algo. Me voy a duchar.
Yy:
No, no te duches. Por qué no te despierta con el ronroneo de las olas, con ese sol que con su frescura está naciendo.
Xx:
¿Qué te pasa hoy mujer? ¿Por qué me hablas de ese modo?
Yy:
No se por qué amado mío. Hoy me encuentro melancólica. La nostalgia me arrastra por arenas movedizas y necesito de ti. Estamos tan distanciados últimamente. No te das cuenta. Pasan los años ¡Los años¡ y siempre hacemos los mismos. Tu te levantas te duchas y te vas a caminar hasta la hora del almuerzo y yo…Yo, aquí, entre estas cuatros paredes leyendo o haciendo otra actividad.
Xx:
Bueno, ya empezamos. Somos viejos y cincuenta años de matrimonio. Hay creo que la suficiente confianza para hacer lo que queramos.
Yy:
No, no es eso. Estás tan equivocado…Vete a ducharte anda.
El se va a duchar y ella se contemplando una de las maravillas de la naturaleza. Ese océano dorado cuando se infiltran los primeros rayos solares. Está en calma y de él se desprende una sabiduría de millones de años
2. Ella sola
Yy:
Que hermoso eres con la plenitud de tus olillas, con esas rocas que bañas. Yo aquí sola como siempre. Sentada, esperando el último minuto mientras tú vagarás eternamente frente a esta ventana. Sabes, me daría un baño en tus aguas pero es que estoy tan vieja.
Mar:
¡Vieja¡ Que dices mujer. Aquí te espero. Mis aguas están en calma para tu cuerpo se sumerja en mí.
Ella se levanta, coge su bastón y va a la habitación. Se pone torpemente el bañador y baja.
3. El solo
Xx:
Que día más esplendoroso hace hoy. Es tan temprano que todavía no discurre nadie por estas aceras. ¡Ay mi mujer¡ La amo. Tanto es mi amor que las palabras se quedan desnudas, solitarias. No se como decírselo, el silencio me ata y no encuentro la frase adecuada que a ella la reanime. Será este cansancio. El mar esta deseoso. Nunca lo había visto así. Me entran ganas de darme un baño. Si, un baño.
Mar:
Aquí te espero. Ven, ven conmigo.
4. El y ella
El y ella bajan a la arena. No se ven. Se aproximan a la orilla y se quitan las ropas. Lentamente la sed de por ese océano se va apagando, ambos, se introducen en el agua. No hay nadie solo ellos dos. Se ven. Se aproximan. Se besan.
Nacientes de esperanza...(poesía)
Un agujero donde todas las emociones emanan
A la luz de un sendero de palmeras
Donde la erupción de una alfombra de recuerdos
Nos lleva por un paisaje bello y encantador.
De la mano arribamos por orillas
Nacientes de un océano donde los cuerpos
Se mecen al vaivén de calderones,
Nacientes de cuevas donde una hoguera
Atempera los sueños que edificamos
Con la dulzura de una brisa que nos recoge
Y nos lleva bajo la luz de la esperanza.
Un agujero que comprende todos nuestros secretos
Como velero en busca de una isla azul
Donde la libertad sea esa fortuna que conquistar
Con la palabra honesta y bondadosa de la caricia
Deseada por el brío del amor.
Nacientes de náufragos que saludan a la vida
Con la música de las estrellas,
Con el llameante astro rey marcando sus caminos
Para erguirse en donde las siemprevivas crecen,
Nacientes de una esclavitud que se extingue, que se extingue
Entre jazmines inmaculados
Que harán de tapiz en una tierra
Donde la hermosura y la inocencia
Brote otra vez como recurso de las llamas
De la alegría, alegría.
martes, junio 23, 2009
El faro...(relato)
Se encendía el faro y se apagaba. La mar estaba rugosa como las sábanas cuando uno se acaba de levantar. En la barca iban dos personas. Ella de pelo castaño y ojos similares a la bóveda celeste en un día de verano; el, de pelo azabache y ojos grises cuando la tormenta cae. Iban en busca del ánimo de la vida para que su relación no se estropease más y más. Por ello ese día decidieron navegar juntos movidos por los dioses del océano. Ambos depositaban en sus almas el cansancio, el agotamiento que viene en una unión de tantos años. Aunque la temeridad de lanzarse al mar sin saber sus destinos era fuerte, con sus cuerpos semidesnudos se alzaron con los remos por ese líquido del color del metal y con los gritos de las olas. Naufragaron, el océano los traicionaba con su opulencia, con su tiranía. Pero pudieron nadar como podían hasta ese lugar donde un faro se encendía y se apagaba. Hastiados, cansados llegaron. Sus piernas temblaban al ser otra vez tierra firme. Tierra de la nada. Porque no había nada. Miraron el faro y había desaparecido. Se había extinguido como la pasión de sus corazones. Anduvieron entonces un rato. Y nada. Aquella era una isla desierta. Solo habitada por una gaviota. Se aproximaron a ella y sorprendentemente ella les habló.
“Que os pasa amantes que buscáis la verdad de vuestro amor. Ya se que vuestra atracción se ha desmigajado. Por nimiedades diría yo. Aquí estáis ahora. En esta isla donde los corazones desterrados renacen de sus cenizas. Vosotros mismos seréis jueces de vuestros defectos. Aceptaos tal como sois. La vida de cada uno hay que respetarla y en la relación en pareja debe existir la libertad, la libertad de ser silencio ante otro sin que ello, si existe confianza, os lleve por las tinieblas que rompe todo lo que habéis creado. “
Los amantes se miran perplejos. Una gaviota aconsejándolos. Una gaviota que encuentra el reducto de lo que les ocurre. Es como si sus almas se hubieran separados de sus cuerpos y se hubiera unificado en ella. La comprendieron. El faro de nuevo se encendía y se apagaba lo que indicaba que era hora de volver a su tierra. Solo tenían un tropiezo, no tenían barca.
“ Es verdad amantes no tenéis barca. Pero que más da. Nadar y nadar que los cachalotes os ayudarán a regresar de donde habéis venido.”
“Que os pasa amantes que buscáis la verdad de vuestro amor. Ya se que vuestra atracción se ha desmigajado. Por nimiedades diría yo. Aquí estáis ahora. En esta isla donde los corazones desterrados renacen de sus cenizas. Vosotros mismos seréis jueces de vuestros defectos. Aceptaos tal como sois. La vida de cada uno hay que respetarla y en la relación en pareja debe existir la libertad, la libertad de ser silencio ante otro sin que ello, si existe confianza, os lleve por las tinieblas que rompe todo lo que habéis creado. “
Los amantes se miran perplejos. Una gaviota aconsejándolos. Una gaviota que encuentra el reducto de lo que les ocurre. Es como si sus almas se hubieran separados de sus cuerpos y se hubiera unificado en ella. La comprendieron. El faro de nuevo se encendía y se apagaba lo que indicaba que era hora de volver a su tierra. Solo tenían un tropiezo, no tenían barca.
“ Es verdad amantes no tenéis barca. Pero que más da. Nadar y nadar que los cachalotes os ayudarán a regresar de donde habéis venido.”
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