sábado, marzo 30, 2013

Silencio....


Silencio. Si, calla. No ves mis alas que en la penumbra alzan un canto a la vez que el llanto recorre la senda de la dejadez. Mírame. Sí, mira este ser que se envuelve en la manta del universo cuando la noche anuncia luna llena. Nubes. Sí, ya ha amanecido y el cenizo juego de la lluvia anuncia que tienes que levantarte sobre afiladas rocas de la ida. Adiós. Sí, te vas con el alma oprimida por cierta causa que nos hace revolcarnos de angustia en nuestros vientres. Vacío. Sí, bajo el techo que nuestro eco se aprisiona no existe nada, somos fúnebre tonada de la impotencia.

                        XX: Y ¿Por qué?  Por qué tanta injusticia en este planeta. Mis piernas cansadas no desean ya volar, no quieren ser ánimo y un impulso callado me estruja mi pecho contra paredes de alfileres. Pero a dónde vamos. Has visto amor como todo se hunde en los brazos de la tormenta.

                        YY: No me preguntes. Yo tampoco puedo contestarte. Solo se que vamos a la deriva ante tanta hipocresía, ante tanto egoísmo, ante tanto trafico de sueños que acaban en cualquier cloaca de esta esfera.
                       
                        XX: Y ¿Por qué? Los árboles caen. Arrasados están nuestros hermanos cuales nacieron de un vientre como nosotros. ¡Tanta hambre¡ ¡Tantas batallas¡ ¡Tantos rechazos¡ Y ¿Por qué? No entiendo. No llego a comprender por qué otros son lapidados en vida. Mientras, nosotros no somos valiente cometa que surca la paz.

                      YY: No. No me preguntes. Estamos en ese punto del cambio que será para mejor o para peor. Tenemos que sensibilizarnos, solidarizarnos las palabras del corazón y hacer frente a la aberrante lluvia de clavos que nos lleva, que nos trae por la pena.


Silencio. Si, calla. No ves que esta tierra se autodestruye al son de la desgana, de los colmillos ardientes del poder. Mírame. Sí, mira ese bosque cuyo fruto es el aire limpio que respiramos como ahora se extingue en las garras de la sombra negra del ser humano.  Nubes. Sí, ya ha amanecido y tienes que marchar. Adiós. Sí, te vas con el aliento apagado, con un suspiro que con tus ojos marchitos miran el horizonte. Vacío. Sí, vacío. 

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