sábado, septiembre 21, 2013

Divagaciones de una tarde de septiembre...

Sobre verdes, una sonrisa. Un manantial que se yerta en la espesura de un optimismo que se apodera de nuestras venas a través del viaje por los astros. El otoño regresa bien acorde con las manos que engarrotadas se visten de seda para hacer más suave la caricia. Y aquí estamos. En ese saborear de hojas secas que irán cayendo a medida que un susurro de nube nos dice de ese horizonte de nuestro mañana.  Y aquí estamos. Escuchando un violín desafinado que nos induce a lo imperfecto que son los besos cuando se mecen en el olvido. Y aquí estamos. Vamos caminando a ras de la orilla de una playa donde nuestra huella, eco de nosotros, nos anuncia el elevar de nuestra caricia al son de las olas. Y algunas veces divago de lo bello que es la mirada honesta, de lo hermoso que son los crepúsculos cuando nuestro cuerpo se alza a la aventura de nuestros pasos.  Y aquí estamos ante muros franqueables cuya ventana nos lleva al paraíso de los sueños. Oh, un cielo celeste que nos muestra el orgullo de esta esfera. Esta esfera donde sus seres se emancipan de la rebeldía del gemido. 

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