miércoles, julio 06, 2016

Desde aquí...

Desde aquí, desde estas ventanas mojadas observo el estrangulamiento del oleaje.  Un techo gris se desploma ante nosotros. No lo entiendo. Ya se ha ido la estación de las flores y ahora cuando el astro con cuello de león debería ser nuestro norte se extingue. Mis ojos siguen esa ola muerta, ida ya en el espacio de la espuma que deja cuando es estampida contra los temores que se nos asoman. Y no para…no para de llover, evaporados senderos que hemos de seguir, un cuerpo semidesnudo en una playa vacía, calles arrojadas al atracón de los transeúntes. Desde aquí, desde esta cierta altitud los miro y mi mano tiembla, se le antoja serpentear por hojas blancas que me llevan, que llevan ha desfigurados rostros, a seres que se trazan con el acoso de la serenidad.  Alguien tras de mí con ojos perdidos me pisa ¡Qué haces¡, me dice y yo continuo. Sí, continuar con los eternos ecos insonoros de pétalos nacidos bajo la lumbre de una vela. Otra vez dirijo mis ojos a la ventana, sigue lloviendo. No…no me gustan estos días sombreados de amargos labios, de amargas palabras. Una lágrima, dos lágrimas, tres lágrimas…un etc de lágrimas. Por qué de esta calma con su gemido evocando el canto de aves carroñeras en las pisadas que voy dejando. No es mortificación, es la herida. Sí, un cierto dolor que nos  reprocha las jornadas mudas, las jornadas  ausentes de tu brío. Desde aquí, desde estas ventanas…


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