Manos. Miradas ausentes entre los oleajes continuos de los
pasos. Nos perdemos bajo astros protegiéndonos del don de los besos. Abultados
espacios concurren como sombra perenne esparcida al vaivén de los vientos. Solitarias canciones se encogen a medida que
el tiempo se desviste de su tic-tac, tic-tac…se enciende una vela y remotos
deseos palpan el rostro empobrecido por tercos desiertos. Y aquí estamos, desveladas, consumidas en la
sempiterna deshojar de un almanaque callado, indeciso. Manos. Miradas a través
de náufragas singladuras de almas abatidas. Silencio, mucho silencio…
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