Me dices. Te digo. Así en la contemplación de un almanaque
que se desgasta, que se ensucia. Aves colonizando nuestro rincón. Me dices. Te
digo. El susurro de las olillas maneja nuestro conversar monótono,
aburrido. Y ahora acantilados
perpetuando nuestros ojos cansados, desorientados en el devenir de las
jornadas. Callemos. Una insonoridad que nos hará desaparecer como náufragos en
la orilla. Huyamos. Adiós me dices. Adiós te digo. No hay más, ya nos hemos
burlado bastante de las estaciones gélidas, áridas, hurañas. Durmamos me dices.
Durmamos te digo. Eviternas ventoleras del fin de nuestros sentidos trotando
alrededor de nuestros vientres. Adiós dices. Adiós te digo…Mira , algo se ha
posado en la rama frente nuestro balcón…nuestro balcón…Me acerco. Te acercas.
Somos manos distantes, el sol brilla, la marea se divierte con desnudos
cuerpos. Solo fue un instante, ya se ha ido de la rama. Creía...Creías. …Será
el deseo de la espera, de aguardar más este tiempo en que somos una. No nada
que hacer. Adiós te digo. Adiós dices. Sueña, sueña…
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