domingo, octubre 12, 2025

HABITACIÓN CERO (NARRATIVA) 22

 

23

Una bocanada de alivio trepa por mis arterias cuando cuelgo. Temblor. Todo corre , todo se raja y después la quietud. Me detengo. Me sostengo y caigo como pájaro herido en el sofa de inmediato me levanto y salgo a la calle. El pánico a envuelto también esta isla por un pequeño instante y logro comprender que todos estamos unidos por esas raíces de la tierra como manos que se cruzan en las miradas, de temor, de calma llegada y pronunciamos , todo está bien. Si todo está bien. Todo es correcto , solo un susto que viene de ese pacto con la isla vecina. Camino, no se habla de otra cosa, todos abismados ese movimiento sísmico con epicentro lejos…muy lejos o no tan lejos. Solo, un aviso de la vulnerable que somos. Voy al parque más cercano y bajo la sombra de un árbol donde grullas descansan yo también descanso. Un descanso corto, un descanso efímero , desaparece cuando mi cuerpo me lleve de nuevo bajo mi techo y mis manos se posen ante un libro, ante el pieno, ante cartas inconclusas o no de algún amor perdido en el camino de mi destino, de mi vida. Mi vida, que ilusa, entre cuatros paredes mientras mi madre, la madre de este ser de una soledad elegida se precipita en una larga despedida, en una habitación de paredes blancas y suelos grises. El dormir me viene, intento alzar mis parpados pero no puedo y es que es imposible, es tan bonito el día a pesar del suceso, del temblor que aquí, tirada en la hierba fresca , es como si me tragara un sueño solemne. De aquí escucho el rubor de las campanadas de la catedral, una catedral que ha visto el paso de la vida en la historia de su construcción. Muertes, mentiras, acusados, culpados, presos y el látigo infernal de la inquisición. Esta plaza Santa Ana. Ahora, en este ya parecen como leyendas oscuras, historias ocultadas tras las paredes de piedra de este imponente construcción.Ay, mis enamorados, que hubiera sido de ellos si hubieran vivido esos siglos oscuros, nublados, de una limpieza de toda idea contrarias a esos que se dicen por el nombre de Dios. Y aun queda restos, aun hay gentes condenadas a vivir con esas formas de pensar, con esa forma de actuar. Algo ha quedado el poder de las religiones sobre los pueblos desbarata cada sensatez, cada honestidad como humanos. Nos hacen creer que somos aire de esa ambición, pero no . No hay Dioses, solo aves en el aire, solo cetáceos en los mares que nos cobija de la tiranía cuando dicen venir en nombre de ellos, las matanzas, el hambre, la deshidratación. Observa mi niña, ahí una fuente de donde puedes beber y beber hasta saciar tus penas. No hay peligro. Despierto , es mediodía, no hay nadie solo yo, solo las garzas, solo este árbol que me da sombra y en mi mente una habitación de paredes blancas y suelo gris. Susurro una canción, me viene en ganas de cantar. Ahora, ya, cuando nadie me ve. Un círculo de gentes sentencia en esta plaza. Un círculo que parece homogenizarse en demonios danzantes que gritan y gritan ante las bases de una dictadura empecinada en el odio as sus iguales.  Dejo los acontecimientos históricos y me arrincono en esos amantes, se quejaban, ateridos por el miedo y abrazados sus cuerpos permanecieron así para el restos de los siglos. Y quien murió antes. Y quien murió después. Los mataron, se dejaron ir. Todavía queda una pesada y enmarañada investigación que sobrevolará mi imaginación y la de otros hasta llegar al cuasi invento de sus muertos para establecer un acuerdo. Temblor. Se siente otra vez, las bocas de la isla vecina se abren como lengua descomunal barriendo todas sus construcciones, toda su naturaleza.

 

 

jueves, octubre 09, 2025

HABITACIÓN CERO ( NARRATIVA) 22

 22

Habitación cero. Paredes blancas. Suelo gris. La tarde cae, la noche viene. Una noche de redonda luna donde invisibiliza gran parte de este universo que nos acoge. Somos vida. Somos respirar. Una densa capa de pintura gris de dibuja en tus ojos. Una densa cicatriz es oscuridad que soporto en estas jornadas extrañas. Sí, extrañas madre. El vivir nos captura en un suspiro, en un aliento que nos entrega como forasteros de una tierra que gira y gira entorno a su furia, a sus odios, a sus venganzas. Estoy herida madre, me siento desvanecer entre arenas movedizas donde mis manos cuelgan de un acantilado donde los cetáceos llaman al dolor. Y este dolor mío, solo mío, me hace recapacitar sobre el ayer, sobre el mañana, sobre el futuro que no es nada sino este ser y estar en el presente. El tiempo no existe madre. Para mi no existe, solo está tristeza mía que me empuja, que me absorbe donde los pájaros prestan su silencio.  Y es que no me convence. Si , no me convence, el estar aquí ante ti y tu con tu despedida particular. Me encuentro como cometa que viaja con la experiencia de su nacimiento años luz en un pasado, fósil del hoy. Sí, miro la luna desde esta habitación de paredes blancas y suelo gris y los astros que la acompañan, aquellos que se permite ser visibles en la oscuridad. Es un pasado, un pasado remoto y ese pasado dice de su presente, de este hoy que no logramos sanar. Desde aquí, de este ventanal, logro ver el mar, ese mar que nos merodea y nos ama, a veces. Aunque sea noche de luna, logro distinguir antorchas alborotadas en alrededor de una hoguera. Será mi imaginación, pero, mi lucidez, me dice de esas almas que hablan con otras almas, muertas. Son las hechiceras de la isla. Y concluyo mi saber por datos investigados. Ya no vivimos la inquisición de siglos pasados. Aquella donde eran quemadas vivas hasta que de sus almas se arrojase el demonio. Estamos en otros tiempos y no nos damos cuenta en creer estupideces. No, no digo que estén locas, te digo, que los albores de esas creencias se perdieron en el camino de este hoy que no es hoy sino ayer. Hola, madre, dejemos esta conversación de lado, no interesa. Solo un susurro de la brisa nocturna y la luna dejaremos que nos abrace, que nos haga un hueco en esta paz. Si, esta paz. Te observo calma y mi mirada vuelve a ti en esta habitación de paredes blancas y suelo gris. Hola, madre, aquí estoy, contigo. No sé que haré con está soledad mía, solo mía. Ceñirme a mis pisadas cotidianas, dejarme seducir por cada despertar cuando el crepúsculo del día toca a mi puerta. Sí, siempre adelante, con la verticalidad de mis alas subida en nubes de deseos, de sueños que aun falta por lograr. Y tal vez no los consigue. Y tal vez, acurrucada en la sombra de sus letargos siempre manteniendo encendida una vela de esperanza. Y tal vez , quizás, algún día me enamore de alguien. Descubro en tu rostro una sonrisa en esta noche de redonda luna y de brisa inquieta. Y tal vez mi vida sea pedestal de ideales, utópicos o no, efímeros o no. Lo único que sé es que agarro bien mi maleta con el abrigo del corazón y continuaré por los senderos vestida de lluvia, de soles, de vientos que tiren al norte, al norte…si al norte de mis sentidos. Oh, madre , te quiero y tu espacio será luz que me de sombra en el resto de vida. Habitación cero. Paredes blancas. Suelo gris.

 

 

 

 

domingo, octubre 05, 2025

HABITACIÓN CERO (NARRATIVA) 21

 

21

Las luces de otoño ya están aquí, está sensación mía que me defiende de las soledades de las gentes me dice que el veranillo finaliza. Ella en su habitación de paredes blancas y suelo gris. Reporto mis sentidos en la cabida de este silencio que agradezco , me lleva donde nadie puede apuñalar mis sentidos, esta verticalidad mía que días se dobla, que días se raja, que días se endereza, que días coloquio con los pájaros que posan en mi balcón. No he malgastado mis años, pienso. Todo tiene que suceder como un escena de fondo que ahora me abandona, lo malo. Me estiro como montaña donde los recuerdos se cuecen en el olvido. Transcurro en la monotonía, pienso en ella constantemente. Ay, este cavilar mío, me lleva , a veces, a una apretada opresión determinando mis pasos a dar. Errante de las estrellas que vienen a mí. Es la noche, una noche de luna y se ve tan perfecta , tan aislada, tan melancólica al enterarse de las barbaries de la tierra, de esta tierra donde los genocidios , femicidios, ecocidios han llegado a la normalidad. La lucha se hace imposible, absurda pero, detengamos por un momento. Aquí, en este ya donde el piano , el violín chirria su quejido, su lamento. La angustia me invade y danzo donde los incendios culminan en las cenizas que se las lleva un vendaval. Me invito a la paz, al a calma, a estos oídos sordos, a estos ojos ciegos donde el ensueño inmerso en la solidaridad, en un espíritu que canta a la felicidad, al bien vivir en un mundo delirante, frenético, bipolar. Inflo una ilusión, una utopía hasta que en mis manos esculpan su veracidad, su realidad. Mis ojos hinchados muelen el desconsuelo, la desgracia, el sin saber del mañana. Suena el teléfono. Lo cojo. Es una chica, es un chico. Es ese hijo o hija de Tragalunas nacido en la isla de Lobos. Y no cuelgo. No colgar donde la pureza remite a lo real. No colgar donde la inocencia endereza este podrido mundo. Un temblor. Lo sentimos , el o ella calla, su timidez atesorada en años le impide tomar la palabra, me dice hola como está señora. Y bien querido, querida amigo, amiga. Se que su soledad equivale a la de miles de personas de esta isla…solo, de esta isla. Otro temblor, cada vez más fuerte. Movimientos sísmicos que hace cimbrar la estabilidad que pisamos, en la que estamos acostumbrados. Y así es la vida, una maniaca de devastación cuando las aves entonan su melodía. Hay gentes que le molesta. Fijémonos en ese estado bello de un ave en su ritmo, en su musicalidad, en su comunicación. Yo lo agradezco y más a estas horas destempladas donde la soledad me visita. El , ella al otro lado. Conversamos de manera amigable y yo le narro, sin saber porque, todos mis avatares.  Se queda callado, callada y me despido con el grato sabor de invitarlo , de invitarla a que llame cuando desee. Temblor

 

 

miércoles, octubre 01, 2025

HABITACIÓN CERO( NARRATIVA)20

 

20

Habitación cero. Paredes blancas. Suelo gris.

Madre coraje en alas de las almas perdidas

Madre coraje en el olvido de cada nube dibujada en las sombras de un almanaque desusado.

Madre coraje arañada en la conciencia de no ser hábitat de la palabra, del brío de jardines decorados con pájaros que aún cantan.

Madre coraje, aparata orilla donde mis ojos agonizan en una pena.

Madre coraje, escenificas el fin de mi mañana, arropada de las tempestades del día a día.

Madre coraje, tu sonrisa, edifica, vivifica la constancia de nuestras pisadas por este submundo que solo tú, solo yo conozco.

Madre coraje, aquí estas, postrada y tus ojos se resisten al llanto, continuas donde nuestras manos pactan con elixir de una llamarada de aliento.

Madre coraje, sueños en el precipicio donde somos resonar del oleaje espeso, pesado , desganado. 

Enciendo una vela con aroma a lavandas…uhm, me es igual. Nos envuelve por momentos en pequeños recuerdos. Tu cargada, nos derivamos esos campos que mi memoria me trae con tus amigos…si, tus amigos. Y jugamos, perdidos de vuestra mirada, Aventuras en la crianza exacta lejana al presente. Correr y  correr , traspasar montañas,  trepar por rocas hasta cima del bienestar. Veo cometas…muchas cometas, blancas. Alzadas por la manos de un niño, de una niña donde no ha perdido la inocencia, donde los desastres de los adultos no han sido vinculados, enlazados a sus vidas. Veo el asombro conservado de esa actitud del viento, de la briza elevando nuestras cometas, blancas, una y otra vez. Y aunque no lo creas esa memoria queda de ello y muchas otras cosas. Paredes blancas. Suelo gris. Una habitación con una vela de lavanda, su olor. La tempestad te persigue en esta tarde de agosto donde los pájaros deshabitan tu conectividad con lo actual. Me rindo ante tu cama en esta habitación cero como madre coraje que has sido mientras tus piernas habitaban las calles de esta isla. Siempre defensora de los más débiles donde incluyo a los que no se escuchan, la madre naturaleza. Te agarrabas con tu fuerza aquel árbol dañado por las voces de las apisonadoras. Te agarrabas por el aquel chillido mal dado a los que se hunden como vagabundos en una ciudad que anda cada vez más acelerada, más agresora. Y, ahora, aquí, postrada en una cama de una habitación de paredes blancas y suelo gris. En el azote de la oscuridad habitada siempre percibo una luz todavía, las horas pasan  en el infinito propio de mi postura. Me agarro a tu mano, madre mía, como absoluto sustento de mi mañana.  Desconocido, ignorado.

Madre coraje, océanos de silencio exhuman ballenas que dialogan contigo.

Madre coraje, lucha por la verticalidad de tus alas, mudas.

Madre coraje, sendero umbrío donde los ojos inconclusos se eternizan gravitando sus últimas estaciones.

Madre coraje, despechada, desheredada de la luz de seguir atravesando soles de arboledas encontradas.

Madre coraje, vertiente donde el amor viste esta manía mía de quererte.

Ay, madre , sola en medio de un pasillo que me lleva hacia la hinchazón del vacío, de la utopía.

Quiero que estos soplos donde es visible de tu vitalidad sea fardo que he de cargar como un suspiro de la belleza...la belleza de querernos.