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Una
bocanada de alivio trepa por mis arterias cuando cuelgo. Temblor. Todo corre ,
todo se raja y después la quietud. Me detengo. Me sostengo y caigo como pájaro herido
en el sofa de inmediato me levanto y salgo a la calle. El pánico a envuelto
también esta isla por un pequeño instante y logro comprender que todos estamos
unidos por esas raíces de la tierra como manos que se cruzan en las miradas, de
temor, de calma llegada y pronunciamos , todo está bien. Si todo está bien.
Todo es correcto , solo un susto que viene de ese pacto con la isla vecina.
Camino, no se habla de otra cosa, todos abismados ese movimiento sísmico con
epicentro lejos…muy lejos o no tan lejos. Solo, un aviso de la vulnerable que
somos. Voy al parque más cercano y bajo la sombra de un árbol donde grullas
descansan yo también descanso. Un descanso corto, un descanso efímero ,
desaparece cuando mi cuerpo me lleve de nuevo bajo mi techo y mis manos se
posen ante un libro, ante el pieno, ante cartas inconclusas o no de algún amor
perdido en el camino de mi destino, de mi vida. Mi vida, que ilusa, entre
cuatros paredes mientras mi madre, la madre de este ser de una soledad elegida
se precipita en una larga despedida, en una habitación de paredes blancas y
suelos grises. El dormir me viene, intento alzar mis parpados pero no puedo y
es que es imposible, es tan bonito el día a pesar del suceso, del temblor que
aquí, tirada en la hierba fresca , es como si me tragara un sueño solemne. De aquí
escucho el rubor de las campanadas de la catedral, una catedral que ha visto el
paso de la vida en la historia de su construcción. Muertes, mentiras, acusados,
culpados, presos y el látigo infernal de la inquisición. Esta plaza Santa Ana.
Ahora, en este ya parecen como leyendas oscuras, historias ocultadas tras las paredes
de piedra de este imponente construcción.Ay, mis enamorados, que hubiera sido
de ellos si hubieran vivido esos siglos oscuros, nublados, de una limpieza de
toda idea contrarias a esos que se dicen por el nombre de Dios. Y aun queda
restos, aun hay gentes condenadas a vivir con esas formas de pensar, con esa
forma de actuar. Algo ha quedado el poder de las religiones sobre los pueblos
desbarata cada sensatez, cada honestidad como humanos. Nos hacen creer que somos
aire de esa ambición, pero no . No hay Dioses, solo aves en el aire, solo
cetáceos en los mares que nos cobija de la tiranía cuando dicen venir en nombre
de ellos, las matanzas, el hambre, la deshidratación. Observa mi niña, ahí una
fuente de donde puedes beber y beber hasta saciar tus penas. No hay peligro.
Despierto , es mediodía, no hay nadie solo yo, solo las garzas, solo este árbol
que me da sombra y en mi mente una habitación de paredes blancas y suelo gris. Susurro
una canción, me viene en ganas de cantar. Ahora, ya, cuando nadie me ve. Un círculo
de gentes sentencia en esta plaza. Un círculo que parece homogenizarse en demonios
danzantes que gritan y gritan ante las bases de una dictadura empecinada en el
odio as sus iguales. Dejo los
acontecimientos históricos y me arrincono en esos amantes, se quejaban,
ateridos por el miedo y abrazados sus cuerpos permanecieron así para el restos
de los siglos. Y quien murió antes. Y quien murió después. Los mataron, se
dejaron ir. Todavía queda una pesada y enmarañada investigación que sobrevolará
mi imaginación y la de otros hasta llegar al cuasi invento de sus muertos para establecer
un acuerdo. Temblor. Se siente otra vez, las bocas de la isla vecina se abren
como lengua descomunal barriendo todas sus construcciones, toda su naturaleza.