EL DILEMA DE SU
MIRADA
¡El dilema de su mirada ¡ Ella mujer entre la
duda y la resonancia de un baúl de viejos recuerdos . Andaba perdida, perdida
por esas subgrutas donde los freáticos pensamientos la colindaban a ese pozo
del amor. Iba como desnuda. Sí, desnuda en la armonía de su rememorar de
aquella mujer que en la luna llena colimaba con su aliento.
¡Ahí su aliento¡
¿dónde estará?, se preguntaba mientras su cuerpo se arrimaba a esa orilla donde
el encrestar de las olas la izaban en la veracidad de su penas . ¡Ahí el dolor
¡ Pesadumbre jocosa que nos convierte en herrumbre de cada haz de
ensoñación¡ Sola , sonámbula , azotada
por el rocío de las constelaciones lamentando el derivar de sus años. Esos años
compartidos con una ave del paraíso que ahora se difuminaba a cada huella
dejada a ras de aquella playa . Quería ser parte del océano, compartir su gozo,
compartir su melancolía , compartir su trinar
ya que con ello compensaría la ausencia de ella . ¡Ausencia maldita¡, se
decía. ¡Entre nieblas anda mi aroma ¡ ¡En el infinito invierno anda ella ¡ Hoy soy colina desencantada , arrinconada
hojarasca que se distorsiona del confín del universo . Su llanto fúnebre era
reencuentro con esos momentos de felicidad fastuosa. Esa, cuando cuerpo a cuerpo
era amante bajo el halo in fraganti de la plateada; esa, cuando labio a labio
era fragancia de cada norte dormidos en sus almas; esa, que como tulipanes eran
crepúsculo de un nuevo serpentear por los filigranas solares. Sentía sus manos
incoloras, su cuerpo inanimado, sus ojos incendiados de carcoma cuando era vigía del horizonte y sólo hallaba
el insonoro despuntar de sus llamaradas.
La sin razón la atizaba: huracán fornido azotando su pecho. Por ello,
decidió zanjar su camino. Por ello decidió ser parte del mar para con ello ser
regazo de un recuerdo perpetuo.
Se
desquito de sus ropajes, paso a paso, con el sentir húmedo de esas sales
bienaventuradas a su fragancia. Adentrándose al compás que la brisa era cantil
infecundo de su encuentro con aquel ser que hallaba su libertad. Sintió el sosegado refulgido de las caracolas.¡ Me
llaman¡ ¡Me llaman ¡, jadeante y serena
cavilaba. ¡ Es ella¡ que otra vez ha vuelto a mi vera , que otra vez es
arboleda incandescente de mis follajes , que otra vez es madriguera de mi vagar
gélido .¡ Ven¡ , ven y anuncia en mi el risueño de un rejuvenecido alba
.¡Mírame ¡¡Mírame¡.Examina este patético bullir de mi alma sin ti
Su ser
cada vez se adentraba más y más en esa
fosa oscura del océano. Sus lágrimas como
punzadas heladas se liaban a la fosforescente espuma como signo de una
tumba. Y su amor, era clarea radiante
que guiaba su mirada en el contundente mazo que atrincheraba a su espíritu. Así
se fue, como gaviota rea de un súbito sollozar. Con la esperanza eterna de
encontrarse su amor más allá de las estelas de la vida.
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