Y es que no tenía ganas, ganas de cavilar en la polución
impertinente de la urbe. Ahora me atraía el aroma de verticales y asombrosas
arboledas a unos pasos de esta ansiosa ciudad, de este estar aparentando y
sajando sed de poder. Me gusta somatizar la savia que recorre por sus entrañas
¡El bosque¡ No lo dudo, penetré en su apretado abrazo : fresco, virginal,
rebozado de una belleza perfecta. Ahí me quedé, y es que no tenía ganas, ganas
de seguir el aliento fétido de esas lenguas amarrando mis alas libres, mis alas
cansadas. No es que huya, para qué…solo el retorno de un conciso suspiro en el
desenganchar de las esferas de la rutina. Estoy sola, las arboledas y yo…yo y
las arboledas bailando entre los retos de la brisa, de un atardecer más oscuro
a medida que el tiempo pasa. Defendida de la pesadez, de lo leve que son las
palabras allí. Sí, allí, donde edificios sucios se emancipan de la cordura.
Pasa un pinzón azul ante mí. Le hablo, atajo su vuelo con mi conversación. Se
detiene en una rama cercana a la tierra y me mira, me escucha. El y yo callamos
ante esta gigantesca maravilla. Malgastamos las horas hasta que la oscuridad se
haga presente en contemplar embelesados el sonido de la naturaleza.
Xx:
La noche nos acoge en su regazo cálido. La pasaré aquí,
contigo, con el sabor de la aventura de un adiós al vientre columpiado de ojos
absortos en la cima del odio. Tranquilos
nos limpiaremos las ojeras con cualquier manantial que por aquí transcurra y
beberemos de la fragancia de la soledad.
Pinzón azul:
Esto es el todo. El todo de un mundo que despacito se
deshiela, se desintegra en una atmósfera enrarecida para el mañana. Yo también
me quedaré, a gusto estoy con tu equilibrada voz. Me suenas a violines, a
pianos amantes del vuelo horizontal más allá de las malditas fronteras.
Xx:
Rincón apartado, desconocido, infravalorado donde los
colmillos de sierras aún no han hincado sus manos ensangrentadas, hambrientas de destrucción. Lo protegeremos, por si acaso…dentelladas
aborrecibles de lo humano.
Pinzón azul:
Sí, lo protegeremos. Escupiremos sobre los desalmados colmillos de la ambición.
Y es que no tenía ganas…ganas de seguir en ese coro
analfabeto ante el deterioro de la madre tierra. Antes creo haber dicho adiós,
aislamiento cómplice de raíces enhebrando pétalos silvestres a la vida. Y es
que no tenía ganas de ver morir en la fuga de las mareas, de las secas y frías
tierras al ser, sentidos desembocado en la nada.
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