martes, julio 04, 2017

Oh mar...

Bajar donde las rocas agrietas se nutren de la entereza del oleaje. La calma viene, encogida en paredes blancas donde los ojos se yerguen en la nada. Los sueños engendrados se vuelven aves azules con el grito del tacto, suave, tierno ¡La belleza de las manos¡…emergen con plumas verdes en el ascenso de un océano venerando la naturaleza, perfecta. El pensamiento se embelesa con el rumiar sincero, honesto de esas ondulaciones que nos atrapan en el andar por su faz ¡Oh mar¡ Ven…ven aquí, donde las pardelas para retornar su vuelo en los sueños del mañana ¡Oh mar¡ Ven…ven aquí, ínsulas de espejos donde nuestra imagen inundan  los pacíficos pasos de la jornada. Valientes, estamos aquí, alimentándonos del eco de la espera. Puentes eternos nos adormece, nos cuenta del silencio mientras la paz silba el brío de la existencia…pronto, ¡pronto¡…con el alba de cerrados ojos, sin darnos cuenta del final del todo de la sangre desalojando la inocencia ¡Oh mar¡ Ven…ven aquí, vestidos de granadas, de balas confundidas en los desiertos del ser. Cansada. Sí, cansada, plomizas espaldas pesan en nuestras huellas arrebatadas por la ventolera voraz de una esfera punzante en sin la razón ¡Oh mar¡ Ven,…ven aquí, cantemos el himno del fin, del final de todo lo aberrante a esta especie llamada hombre, mujer en los albores del renacer ¡Oh mar¡ Ven…ven aquí, solo el tiempo enaltecerá el equilibrio, la armonía de este mundo. Por ahora detengámonos, censuremos cada desgarrado chillido, cada envenenada  lengua, cada maltrato a nuestros sentidos.



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