Desde aquí, de esta ventana donde la noche ronda, donde la
lluvia liviana y ágil moja las imágines te observo. Andas así, desnuda, frente un espejo. En él
se dibuja de manera desteñida las
impresiones de la jornada. Una jornada donde el resonar simultáneo de la nostalgia
te lleva a una esquina, la misma de todas las noches. Hace frío, tus manos tiemblan en el auge que
la oscuridad se adentra en tu pecho, tu pecho desnudo. Lo miras y ya quisieras amamantar la sabiduría
de la vida. Un pecho desgarrado, inexistente, perdido en las lunas del
ayer. No sabes que hacer, el dolor te
empuja a esa esquina mientras yo te observo….te observo desde mi ventana. Apago
la luz para que no me descubras, aunque, me da igual. Pero todavía no, aún es temprano. Tan temprano
que los ojos que me amparan cuecen
cuando te ven en esa esquina. Ahí te quedas, estática, yerta con la mirada
fija en el más allá del firmamento. No te das cuenta que llueve. Yo solo veo lo
gris del cielo y la lluvia. No sé qué verás tú, me da igual. Pero hay algo
preocupante, esa esquina…la misma esquina ¡Qué será¡ ¡Qué será¡ Prefiero no
descubrirlo. Deja de llover y un
viento expulsa las nubes. Estrellas y
más estrellas y tú yerta con la mirada fija en el más allá del universo. No sé qué
pensar detrás de esta ventana, una ventana donde el vaho borra casi tu silueta.
Espero a que vuelvas y dejes esa esquina…esta
noche no. Te quedas….tic-tac…las horas pasan. Tu desnudez se vuelve cada vez
más brillante. No entiendo. Limpio los cristales y perfectamente te observo. Te
vas, desapareces como polvo de estrellas, esas que estabas esperando. Desde aquí, de esta ventana donde la noche
ronda, te observo. Te vas con tus
sentidos verticales en el silencio de los gatos callejeros y la lumbre de
alguna farola a no sé dónde… ¡qué será¡ ¡qué será¡ Me quedaré en la tristeza de
los vuelos tristes de esta ventana. Te esperaba…
No hay comentarios:
Publicar un comentario