La mirada sondea bosques eternos donde el grito a la belleza
no sea naturaleza derruida, oprimida. Cuerpo de mujer con su cabeza de pájaro
avista el galopar de sus senderos al encuentro en la armonía, en lo tierno y
hermoso que son los paisajes vírgenes a la mano sangrada. La mirada viene con
sus besos y abrazos, de reojo, experimentando el sabor de tierra húmeda, de
tierra seca con los ecos del firmamento. Su cura tras la agonía de sus raíces
quemadas por el extraño a sus latidos. Respiremos, inspirar y espirar…espirar e
inspirar en el juego de la luna, en el balanceo de las ramas que no cesan en
sus susurros.
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