martes, marzo 03, 2020

Marzo....


Marzo,  ondulantes mares donde la huída pasea por nuestros ojos cerrados.  Sí, ojos cerrados al encuentro de la verdad. Marzo, se vuelve repetitivo en el suceso de los años, ahora, alejados en las ojeras de la memoria.  Hace frío, un invierno tardío concilia el sueño de los almendros donde se sana las desavenencias de las pisadas. Marzo, un campo de refugiados abocados a la gangrena de nuestra mirada despectiva. Vuelan las aves y el frío se entorna en navajazos contra la existencia. Marzo, aquí, la isla. Una isla habitada por el silencio ante las fronteras de balas rajando la inocencia, torturando el éxodo  por un incomprensible despecho.  Ojos cerrados y el desvanecimiento de las palabras ¡No¡ no hay palabras, la conversación gira en torno de hogueras que se apagan.  Marzo,  abrázame fuerte compañera  que los gritos de la nada retumban en una sepultura de ojos blancos, de manos cansadas, de espaldas arrojadas al vacío. 

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