miércoles, mayo 04, 2022

ABRAZADA

 


Abrazada a las olas. Olas que venían, olas que iban. El sol con su imperio filigranas dorados se retorcían a su espalda y las algas se liaban a sus piernas cuando ella cantaba al océano. El mar la llamaba y no sabía el por qué. El porqué de conversaciones con ese arrugado manto azul. Y ella se abrazaba más y más a las olas. No había nadie en la orilla solo, el rumorear de gaviotas, pardelas, palomas en busca de alimento. Su visión se torno grande como esas olas que venían, como esas olas que iban. Mensajes envueltos en sal, en caracolas, en estrellas marinas para la terquedad de seguir abrazada a las olas. Comprendió que la unificación de los pueblos era la música. Esa que los hace danzar desnudo en la medianoche cuando la luna despierta. Esa música que abrazados a las olas los lucia con movimientos rítmicos con la tonalidad de las notas. Y daba que estuvieran afinadas o desafinadas. Solo, el diálogo de los cuerpos bailando, cantando al son de las olas que venían, de las olas que iban. Abrazada a las olas, la noche llegaba como sumidero del ruido, de la explosiva carga de las espaldas, de los sentidos. Olas que venían, olas que iban. Y la danza de los mundos, de las fronteras yermas en el canto absoluto de las constelaciones. Y el océano como orquesta principal tomaba la batuta y ella, abrazada a las olas, inspiraba, espiraba….espiraba, inspiraba el sabor del instinto más añejo de la especie humana, la danza, el canto.

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