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Otra
vez, estamos aquí.
Sí
, estamos aquí donde las olas rompen, donde el gran azul te acoge. Te has hecho
mayor a lo largo de esa terrible guerra. Has crecido en un nido de pirañas
rastreando tu vida para empujarla bajo tierra.
Otra
vez.
Sí,
otra vez estamos aquí. Nosotras las ancianas de la cumbre con nuestros deseos,
con nuestros sueños, con nuestro ánimo a tus ojos caídos, podridos en las
esferas del horror. Levanta muchacho
Levanta
muchacho. Sé empuje en este lugar aislado, donde el murmullo de la barbarie lo
apaga cuando las olas conversan con los cetáceos. Te vemos herido, aquí, con
esta gaviota que no ha desistido volar y alargar su existencia en libertad.
Ahora eres libre, tu, solo y este mar que te rodea. Ya ves muchacho las guerras
no llevan a nada, la venganza es un acto de inmadurez, de mala gestión de
nuestros pensamientos. La precariedad desbarata al ser humano cuando de su
saliva es sangre de aquellos que fueron sus enemigos, de aquellos que con el
odio zanjo sus rumbos como parte minúscula de este cosmos.
Levántate
muchacho, nosotras las ancianas de la cumbre también creas o no hemos penado y
seguiremos penando y dando azoco aquellas almas perdidas en cristales rotos,
pisoteadas en sus ilusiones de vivir…¡de vivir¡ Ay muchacho, te hemos visto
crecer con los castigo de las balas, del ruido ensordecedor de la miseria
humana.
Yo
Suam escucho a las ancianas de la cumbre, han vuelto, no las veo, pero en este
sillón que tiene ojeras siento sus tersas caricias para que me levante y
continué adelante. Restaurar la vida. Restaurar la esperanza. Restaurar la alegría.
Hasta aquí la fetidez humeante de una ciudad desparramada en la agonía, en la
muerte. Y ellas quieren que levante la cabeza de este sillón que tiene ojeras. Un
halo azul me conquista y por un instante siento vibrar esa energía que aun me
queda. Siento desprenderse de mi este cierto tormento que me hace caer en
agujeros negros succionando toda mi capacidad de emocionarme. Emocionarme por
un amanecer. Emocionarme por un cielo estrellado. Emocionarme ante el saludo de
la paz. Tener el vínculo con la emoción, cuando mis sentidos despiertan y soy
aliento de este planeta. Yo Suam puedo mirar aun sus andanza a través del
tiempo aunque, lo hayan devastado. Yo Suam puedo con mis manos rehacer todo
aquello ahogado entre tinieblas. Y el peso quedará, el peso de la memoria. Una memoria
de agujas punzantes en mi pecho de muchacho solo. Yo Suam siento el cimbrar de
una flor que cae a mis espaldas, una flor abierta , esplendorosa que intenta
ser parte de esta tierra. Me la envían las ancianas de la cumbre como espejo de
mi futuro, de mi hoy que no es hoy sino lo que voy dejando atrás en mi alzar
hacia la esperanza.
Adiós
Suam.
Hasta
luego Suam
Los
gritos de las almas maltratadas, henchidas temblaran en tus cavilaciones. Pero
recuerda que tu muchacho huido, muchacho vivo renacerá donde la canción que
estremece el sonoro eco de la concordia será reflejo de la madurez, de una
sorpresa de nuestro poder y hacer en la paz.
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