LA CARTA 3
Dicen que en esta vida todo cambia madre. Yo lo creo , me he
ido de mi pueblo a un destino indescifrable , cuya mascará está atravesando mi
corazón de manera punzante, de manera grave. Llevamos días sin agua potable,
algunos caen madre. Sí, caen por la tierra ante la mirada inexacta, estática,
cansada de nuestras espaldas. Los enterramos pero no lo velamos, dejamos que su
cuerpo sea alimento de las entrañas de este lugar que piso ¿Cuál será ese otro
mundo al que se va? No, no quiero pensarlo , aún no. Me estremezco, lloro con
lágrimas tragadas por mi garganta desnuda ante el temblor infinito. Hay sed
madre, mucha sed. Yo he bebido pero me encuentro bien, no sé, es como si algo
me protegiera a mí y a otros. Aquí hay algunos médicos, pero no dan abasto. En
este sitio remoto y aislado ¿qué hacer? Lo único que noto es la debilidad, lo
frágil y potentes que somos algunas veces. Esto es una lucha continua madre.
Una lucha por la supervivencia y los sueños. Soy real, soy vertical, soy un
hilo que cualquier momento se puede partir.
Lo siento madre. Tal vez no tuve que irme pero te prometo que llegaré.
Sí, llegaré al final de este camino oscuro y la claridad me acogerá. Muchos
aquí no entienden lo que pasa, somos aves mansas en busca de nuestro propósito.
Enero se va, un enero que nos dejará el más grotesco de los inviernos que he
vivido. No sé lo que ocurrirá pero ya te diré más. Tenemos que solucionar del
agua, los días pasan. Sí, una mano sobre otra, aunque no sepas nada, aunque los
horrores cotidianos, rutinarios nos persigan incesante y severamente. Adiós
madre. Bueno adiós no que suena amargo, hasta luego madre…
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