jueves, enero 03, 2019

LA CARTA 2


Año nuevo volcándose en alguna ilusión escondida en los estómagos hambrientos de libertad. Eso es lo que observo madre. No sé cómo terminará todo esto, imagino que esta gran masa humana tendrá que despertar la conciencia de algún gobierno, de algún dirigente, de algún estado a favor de nuestro camino. Sé que al final está la alambrada que con su mirada de navajas nos amenazará. Ahora, estamos en invierno, un invierno más frio de lo normal o eso sentimos. Aquí hay gente buena pero también existe el mal. Como toda existencia somos duales y más en los límites de la agonía, de la desesperación, de la impotencia, de la desgracia, de la herida. Pasaremos o no pasaremos, no lo sé madre. Todas las noches cuando me acuesto en estas miserables casetas o como quiera que se llame, hacinados, con el olor de los que duermen a tu lado, respiro hondamente…inspiro y espiro…espiro e inspiro hasta que el sueño cabalga en el futuro de nuestras vidas. Cierro los ojos y contemplo como corro abrazando la armonía, la felicidad. Pinto colores vivos en mi reconditez y me duermo. Eso me ayuda madre a despertar, a desear el nuevo día que viene y continúo. Pienso que este mundo ha de cambiar, somos todos humanos, da igual las creencias, las ideologías, las costumbres, la razón. Mientras exista respeto y equilibrio da igual donde nos inclinemos. Pero ahora, se que somos un problema madre por no decir un estorbo para muchos o para pocos. Sí, deseo que llegue la noche madre, quiero dormir y soñar y soñar imparablemente en que aun existe una oportunidad ¡Qué horrible son los días aquí¡ se me hacen infinitos ante tanta crueldad, ante tanta frialdad. A veces un cierto vértigo me azota, me castiga y siento la necesidad del descanso eterno. No, no te preocupes madre, seré fuerte, muy fuerte.

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