domingo, mayo 06, 2018

la mujer de arena(narrativa, continuación) 3


3
Y la noche retornaba con su caparazón de astros difusos. Y ella se guardaba en sus cajas de cartón mirando al firmamento.
-          Quien …quien está ahí- dijo en voz alta cuando sintió el viento fuerte.
-          Vamos- fue la respuesta
-          ¿Vamos? ¿quién eres tu?
Se sentía extraña. No veía quien expulsaba esas sutiles palabras, solo sentía el viento, el viento…
-          Soy yo el viento, ¡es que no me sientes¡ Ando danzando sobre ti  en esta noche donde tu dormir se hace vago, gastado, eterno. Escúchame, levántate y ven. Este no es lugar para ti, para tus derrumbados sueños, para tu olvido.
-          No sé. No sé.  Creo que la locura me está absorbiendo. El viento me llama…me llama. Yo aquí acurrucada en la desgana, en  este suelo frío, en este lado de la urbe que me esconde de las miradas. Y el viento me llama…no comprendo, no entiendo el por qué.

La incesante llamada la hizo levantar, despojarse de todos de esos cartones y mirar a su derredor. Se sentida eclipsada, rara. Una sensación que en sus recuerdos no cabía. La ciudad callaba. La ciudad se desalojaba. La ciudad trotante en el nocturno.  Solo la voz del viento la recorría incesantemente. La pesadez de la nada en sus días no asumía en un oleaje remoto que la alborotaba, que la revolvía en esa insistencia  benigna o maligna del viento.  Se yergue con sus ojos atizados por aliento del alcohol. Se tambalea, una fuerza fresca acaricia su rostro y la noche sigue ahí. Ahora no lo escucha. Piensa que es una mala broma de alguien ¿De quién? Alguna mala alma soplando  desconcierto en su descanso. Sin embargo hay viento…
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