jueves, mayo 17, 2018

LA MUJER DE ARENA( CONTINUACIÓN, NARRATIVA) 11


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            Volvió a su sitio. Esperó el viento fuerte, ese torbellino de arena que la hiciera partir hacia ese rostro agrietado, escupido en el tallar del destino.  De nuevo la urbe, una urbe de cloacas secretas que nadie ve, solo, el que lo vive, el que encogido de hombros y vitalidad se ahoga en lado más absurdo de esta generación.  En la inmensidad de la noche sonámbula  de calima y viento escucha el gemido de un niño, una niña. Ella no sabía distinguir su sexo pero le daba lo mismo. Solamente era una criatura engendrada de las ramificaciones de este globo inestable. Una criatura con la inexistencia de la niñez, con la tangente sombra de la nada.  Ella en sus vagos pasos se acercó. Miro sus pequeñas manos mientras en sueños era llanto ¡Sus pequeñas manos¡ ensangrentadas, llena de llagas, esbozando suciedad y el dolor…mucho dolor. Junto a él un fardo. Esa era su condición ser, su condición de almas inocentes invocadas a lo obsoleto de los días, a la sonrisa truncada desde su nacimiento.  Más allá, en las periferias de la ciudad, una mina. Una ciudad cargada de miseria, de incumplidas promesas para la vida, de aberrantes hombres con su fusta e     ignorantes de lo que es bondad, el respeto. Solo el dinero, la maldita   cadenas del infierno que ellos mismos no pueden tocar. Acaricio su frente. Fue en busca de algún pedazo de tela  y humedeciéndola con sus lágrimas se la pasó por la frente ¡Malditos¡ ¡Malditos¡, se dijo ella.    El invierno y tú. Tú  y el invierno. Aquí, tirado con la brutal ira del tiempo que no se calma, con un envejecimiento precoz, con una lucha nula en el andar de las horas. Pareces inerte, solo, un objeto de esas sociedades que no comprenden, que no te ven o si lo saben, su memoria se hace angosta, sus ojos se hacen carnívoros del poder, sus andares son soberbios en el mal, en la conciencia de inteligencia negativa. No, no comprenden, no piensan, no se ponen un su lugar. Aquí un niño rozando todavía con el mecer de su respiración agitada la vida.     Lápidas barrunta que su sino será el olvido de su verticalidad.  No, no le queda mucho. Silencioso, insonoro, ausente y el pánico   de enfrentarse a su realidad.  Castigado por nacer donde no debía, por las miserables garras del poder demoniaco del hoy ¡ Malditos¡ ¡Malditos sean¡… ¡Solo¡ ¡Solo¡ En el aislamiento de alambradas invisibles para otros ¡Malditos¡ ¡Malditos¡ Y sus padres si es que tiene, y sus hermanos si es que tiene, y sus amigos si es que tiene…todo son círculos de piedras punzantes que amontonan sobre sus manos frágiles.   El no ve más allá de esa mina gigante. El no habla tras ese fardo que descansa bajo el de sus penas, de sus sueños. El es sordo al amor, el amor del calor, de un abrazo alejado de todo mal. No lo sabe…no lo sabe.   Aquí tirado, en la intemperie, como si fuera cualquier objeto que posee sentidos. Aquí tirado, con el crudo invierno, para levantar y continuar en su trabajo por un trozo de no sé qué ¡Malditos¡ ¡Malditos¡  Se ha quedado como un ser neutro de emociones, de sentimientos. Y yo soplo con la brutalidad de cómo te han tratado, de cómo tratan a otros como tú.  Una noche donde el naranja de la calima se hizo más potente, más desgarrador a la par del viento. Un viento dolido, un viento rencoroso, un viento vengativo ante tanta y tanta sepultura a la niñez. ..cCONTINUARÁ                           

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