jueves, abril 28, 2016

Arrollada...

Arrollada bajo el vergel sonoro de un corazón que no tiene alas. Alas para el encuentro a medida de las estaciones del amor. Desorientada regresa a un manto de lágrimas donde el resonar perpetuo de su ayer elabora un registro monótono. Ay, si ella pudiera hablar. Conversar con un arco de flores bajo luciérnagas de una noche primaveral. Un momentáneo temor se entrega a sus pasos, a su cavilar por desiertos donde la nada absorbe el aroma de sus ojos. Decaída se mira las manos, vacías, inconclusas en la ruta del arco iris. Se pregunta por su destino, incierto, edificado en la verticalidad de su peso. Suspira. Retrocede y un mar en calma la acoge en su andar apagado, raído por una lluvia envejecida. Ay, si ella pudiera decir…te quiero….que fácil sería. La duda la azota con metrallas de plata. Todo duele. Sí, duele el vagar en silencio…

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